"Vámonos de tiendas, Karla"
La moda de los 80 estuvo caracterizada por algunos elementos característicos que, incluso, han tenido su particular "revival"
Valladolid
La verdad es que la canción nos da pocas pistas sobre su aspecto y costumbres, más allá de su tendencia a consumir sustancias poco saludables. Porque a estas alturas de la película es difícil de creer que a nuestra protagonista le invitaran, en realidad, a un refresco de cola.
¿Cómo, pues, vestiríamos a Karla, la estrella del mítico tema de 'Los Nadie'? Abramos el armario ropero de los 80 y empecemos el desfile de los horrores. Aunque ya se sabe eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor y, a lo peor, la relectura de este texto dentro de 20 años hace que usted aborrezca el conjunto que lleva puesto mientras lee estas líneas.
Con los pantalones de pata ancha en el cementerio y las camisas de solapas kilométricas protegidas por la correspondientes pastillas de "Polil", la década que nos ocupa no se quedó atrás en cuanto al tamaño de ciertas prendas.
Así, Karla pudo salir del coche, rozando la niebla, con uno de aquellos suéteres gigantes que dejaban un hombro al aire y que a veces ejercían de vestido completo o se completaban con un "leggin" (todo es cíclico, recuerden) y, a veces, con un cinturón, gigante también, para ajustar la prenda a la cintura.
Puede también que los "leggin" de la chica que iba con el chico que parecía que tenía pasta estuvieran rematados por unos calentadores, como los que lucía Eva Nasarre en el programa televisivo "En forma", el que nos coló el "aerobic" en el salón de casa.
Se nos ha olvidado, pero sería casi imprescindible que el suéter, o la blusa o la chaqueta, o lo que fuera que llevara Karla en la parte superior de su cuerpo, tuviera unas buenas hombreras. Y no un pequeño relleno, no, unas almohadillas capaces de rivalizar con la casaca de un zar ruso.
Nuestra amiga puede que se frotara aquellos ojos "que no estaban aquí" con una de sus manos, porque da la impresión de que la noche en la que se desarrolla la canción ya estaba bastante avanzada. Y que la mano con la que se frotaba los ojos estuviera protegida por un guante, uno sólo, y sin dedos.
Y subiendo un poco más por la mano, que en la muñeca estuviera adornada alguna pulsera de plástico, grande, una vez más. Una canción que es más bien un himno no aceptaría complementos pequeños.
Ahora que ya tenemos a Karla convenientemente vestida, tendríamos que decirle lo de que se acuerde de sus amigos. Pero casi mejor vamos a sugerir que busque nuevas amistades, porque entre la niebla, la noche, la copa que no se acaba y la sustancia que mencionábamos al comienzo del artículo, la cosa no puede acabar bien. Casi mejor que la pasta que "parece que tiene" el tipo al que también se alude en la canción, se la gaste en trapos. De los 80, claro.
Mario Alejandre
Cuenta lo que pasa en Valladolid y en Castilla y León desde que se incorporó a la SER, en el verano...