"Plaza Islandia", cinco años después
Políticos, economistas y sociólogos opinan sobre los cambios introducidos en Baleares por el 15M, en su quinto aniversario
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Santi Stankovic
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Palma de Mallorca
Se cumplen cinco años del 15M, un movimiento que surgió más o menos de forma espontánea y que, también en Baleares, provocó la adhesión de una parte significativa de la ciudadanía, tanto en la esencia de ese movimiento como en las convocatorias que se fueron produciendo durante varias semanas en puntos estratégicos como el de la Plaza España, rebautizada aquellos días como Plaza Islandia, que se convirtió en centro neurálgico de la revolución ciudadana en las Islas.
El historiador Antoni Marimon, presidente de la Fundación Emili Darder, reconoce que en Baleares algunos de los cambios a raiz del 15M revelan que el poder político ya no es "una mera transmisión del poder económico, pero falta por ver qué trascendencia tendrán con el paso del tiempo".
Para el presidente del Ateneu Pere Mascaró, y ex conseller y ex diputado del Pacte de Progrés, Miquel Rosselló, el 15M fue "la levadura que generó más interés de la ciudadanía por participar en la política". Rosselló afirma que uno de los efectos del 15M en la política balear fue la creación de la coalición Més.
El economista y ex conseller Josep Ignasi Aguiló, en la actualidad concejal del PP en el Ayuntamiento de Palma, justifica los recortes económicos efectuados a raiz de la crisis, pero sostiene que queda pendiente una reforma política que posibilite la participación ciudadana.
Desde el PSOE, la diputada Silvia Cano, miembro del patronato de la Fundación Gabriel Alomar, considera que el 15M fue "un revulsivo" para su partido. Afirma que este movimiento ha impulsado cambios importantes para los socialistas, como la incorporación de las primarias para elegir a sus candidatos.
El sociólogo Andreu Grimalt, director de Gadeso, reconoce que el impulso del 15M no se ha consolidado según lo esperado, pero ha servido para introducir en la agenda política cuestiones que antes estaban excluidas, como la transparencia o la ruptura del bipartidismo.
Para el antropólogo Alexandre Miquel, el 15M fue un segundo mayo del 68, que obligó a partidos políticos, sindicatos y otras organizaciones a revisar sus formas de funcionar.