Arrepentimientos y remordimientos
La Firma de Doroteo González
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Arrepentimientos y remordimientos
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Palencia
Decía Santiago Carrillo que en la política el arrepentimiento no existe, que te equivocas o aciertas pero que no cabe aflicción alguna.
El arrepentimiento es esa sensación que se experimenta cuando nos damos cuenta de que cometimos un grave error debido a nuestra manera de entender las relaciones, la vida o el mundo que creíamos ver de tal manera que finalmente se tornó en equivocada.
Sin embargo, de manera diferente, el remordimiento se caracteriza por una sensación de malestar y culpabilidad que conduce a sentimientos de autocastigo, pero sin ningún compromiso de abandonar las formas de pensar y hacer que condujeron al daño.
Comienzo mi reflexión así porque esta mañana me encuentro sumido en una duda gigantesca. Es la gran duda sobre si lo que dijo ayer el Ministro Margallo, con la coloquial expresión de que “nos hemos pasado cuatro pueblos con la austeridad”, se trata de un profundo arrepentimiento o de un remordimiento perecedero.
Aunque, miren por dónde, alguna esperanza da ver que un político se arrepiente y me gustaría pensar que ese arrepentimiento se debe a las decisiones tomadas para no volver a cometer tales actos.
También pudiera ser que, con las urnas a la vuelta de la esquina, este ministro mostrase su arrepentimiento tuneándose en otra persona diferente a la que es, alguien que intentase dejar atrás la barbaridad de los recortes de los últimos cuatro años del Gobierno del PP al que pertenece, lo cual sólo sería el intento de sacar de paseo un falso acto de contrición como estrategia personal convirtiendo una vez más la vida en pura mercancía política.
En todo caso, el arrepentimiento del Ministro Margallo debería llevarle a él, y a sus compañeros de gabinete, a asumir con responsabilidad las consecuencias de los propios actos y, sobre todo, a realizar tareas y acciones de reparación. Porque, ¿de qué sirve el arrepentimiento si no borra nada del pasado?
El arrepentimiento es la puerta de la libertad, y le animo al Ministro Margallo a que demuestre la sinceridad del suyo a través de actos y no de palabras. Que repare él y los suyos todo el sufrimiento causado a multitud de familias, a millones de persona. Que asuman responsabilidades políticas a quiénes les concierna hacerlo. Y aquellos que han robado mientras el Gobierno “se pasaba cuatro pueblos” que devuelvan todo su saqueo.
¡Ah! Y, de paso, que unos y otros apaguen la luz al salir camino de su casa.