La Indiferencia en Mestalla

Valencia

No. No es un error tipográfico. La palabra indiferencia del titular que encabeza el artículo comienza con una i mayúscula por dos razones. La primera, porque es el concepto que mejor define el estado de ánimo predominante en el entorno a la conclusión del partido contra el Villarreal. La segunda, porque sirve para que las iniciales de las palabras La, Indiferencia y Mestalla señalen al verdadero culpable de tanta desafección: LIM. Peter Lim. 

Afortunadamente -cosas del karma-, el máximo accionista de la sociedad acudió esta noche a su palco privado en el estadio para que nadie tenga que contarle una versión edulcorada de la realidad. Su Valencia es una puñetera ruina. Así, hablando claro. No tiene ningún sentido andarse con zarandajas ni medias verdades. Espero que los genuflexos que rodean a Lim y mantienen su status a base de cabotaes se dirijan al propietario en los mismos términos. De no ser por el ínfimo nivel -deportivo y presupuestario- de varios de los candidatos al descenso, seguiríamos haciendo cábalas para tratar de evitar un añito en el infierno. 

Hastiado de tanta mediocridad, el personal ya ni se indigna. Algunos, los menos, ni acuden al campo. Los más terminan por marcharse a casa antes de la hora y quienes todavía confían en el poder del pañuelo blanco apuran hasta el pitido final para dejar patente su malestar contra la gestión cuyo portavoz prometía estrellas. Craso error. El submarino amarillo es el mejor ejemplo de que el éxito de los proyectos terrenales reside precisamente en lo contrario. La estrella en el Villarreal es el equipo. Solo así se entiende que un once sin Asenjo, Mario, Víctor Ruiz, Bailly, Jaume Costa, Bruno, Denis Suárez o Bakambu baile al Valencia con la segunda unidad. Aprenda, señor Lim. Tiene un magnífico ejemplo de cómo se hacen las cosas a 70 kilómetros de Mestalla.