El vacío de Mayo
Firma de opinión Isabel García. Córdoba Hoy por Hoy
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Córdoba
Todas las sociedades tienen un conjunto de tradiciones establecidas y cada una de ellas tiene un sentido específico y un arraigo más o menos sólido. Una característica común a todas es que son transmitidas a lo largo de las generaciones para mantener el orden social o la identidad de la comunidad. Lógicamente a medida que las sociedades cambian, cambian también sus tradiciones, se transforman, van cambiando su sentido y a veces incluso sus manifestaciones.
El Mayo cordobés es un buen ejemplo de ello. Durante el mes, se celebran las tradiciones más reconocidas de la ciudad. La Feria: que en su origen fue un mercado con un objetivo comercial, Las Cruces: que exponían la colaboración y el trabajo comunitario, y Los Patios, que exaltan la vecindad y la solidaridad, que tan necesarias fueron durante los periodos de pobreza por los que ha pasado este país.
Como dije antes, el cambio social influye sobre las tradiciones y va cambiando su sentido y su estética. Esta última se ha ido adecuando a la lógica del mercado: responden a la moda, generan un consumo amplio y hay una afluencia masiva de personas. Las tradiciones han dejado de ser construidas y vividas por los ciudadanos para ellos mismos para convertirse en una representación, en teatro: ciudadanos transformados en actores para los turistas. Por supuesto, ello significa que ahora son una oportunidad de ocio para los ciudadanos y de negocio para diferentes empresas.
El caso de Los Patios es paradigmático: como catalizadores del turismo de la ciudad son visitados por miles de personas que observan un decorado mientras que los ciudadanos que antes eran su alma ahora son camareros o controladores de acceso. Esta fiesta tiene un enorme riesgo de morir de éxito si continúan cumpliendo este papel, porque la sofisticación que requiere el control de visitantes contrasta con la petición que ha hecho el Ayuntamiento de trabajo voluntario durante su desarrollo.
En fin, las tradiciones se vacían de sentido y se recrean para que nosotros nos tomemos unas cañas. Cuando las disfruten, si quieren pasar un buen rato de otro modo, les recomiendo un libro magnífico de Julian Barnes sobre la recreación de la realidad titulado: “Inglaterra, Inglaterra”.
