Se acabó el chollo
La Firma de Doroteo González
Palencia
Si pensábamos que ya no veríamos una buena noticia, estamos equivocados. Porque, en una sentencia histórica, un Juzgado de Madrid ha declarado la nulidad de la mayor parte de las cláusulas suelo fijadas por falta de transparencia en las condiciones generales de las hipotecas.
Esto significa ni más ni menos que uno de los mayores chollos con los que ha contado la banca en España se ha acabado. La sentencia es contundente y remarca lo de transparencia porque la cláusula suelo está en el contexto de una pluralidad de epígrafes donde con oscurantismo sólo existe la posibilidad de que se vea favorecido el banco.
A menudo recuerdo la película Mary Poppins. En una de sus escenas los niños protagonistas de la historia, hijos de un empleado de la City londinense, van a conocer el banco donde trabaja su padre. Allí un viejo banquero les induce a que ingresen dos peniques que guardaban para comprar migas de pan a una viejecita con las que alimentar a las palomas. El banquero se niega a devolverles el dinero que antes les ha arrebatado, los niños gritan, los gritos se oyen en todo el banco y de ahí el alboroto sale a la calle. De repente todos los ahorradores de Londres saben que ese banco no quiere devolver dos peniques a un niño que los reclama. Cunde el caos, y el banco, por cierto, se llama Banco de la Confianza.
Esta ficción se desarrolla en el año 1910 pero más de un siglo después la realidad ha superado a la invención. Antaño se creía que los banqueros evocaban a personas con vestimenta sobria aunque realizada con los mejores materiales por manos expertas; tenían experiencia en el manejo de dinero, con afición a pasar desapercibidos pero siempre alertas al tintineo de unas monedas aunque fuesen de unos niños. A día de hoy tampoco han cambiado mucho las cosas: son implacables y si tuvieran problemas cardiacos apuesto a que preferirán que en vez de un marcapasos les implantasen una caja registradora.
Parece claro que la banca se siente cómoda en esa relación tan promiscua con la codicia y el propio interés. Tan cierta me parece esta impresión como que las entidades financieras de seguro ya estarán preparando argucias de muy distinta índole para aminorar lo que ellos creen que es “su parte de daños”. Tan tajante como que verán justificado el chantaje humano y social que ya están tramando algunas entidades con la reestructuración de oficinas y despidos de personal.
Aunque, si la ley es igual para todos, quien la incumple delinque y por tanto ha de pagar por ello. Pero, ¿le pondrá alguien, de una vez por todas, este cascabel a este gato?