‘Denuncia que algo queda’
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Firma Juan Luís M. Retamino, 'Denuncia que algo queda'
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Recientemente hemos sabido que en una extinta empresa municipal algecireña, de cuyo nombre no querrá acordarse casi nadie por los dolores de cabeza que ha causado a diferentes gobiernos municipales durante su existencia, no se cometió durante el tiempo que estuvo operando como constructora de viviendas y locales comerciales ninguna irregularidad ni ilicitud contable siquiera.
Así lo ha decidido el tribunal de cuentas y así lo decidieron los tribunales de justicia el año pasado. Hay que decir que de esa empresa municipal, en los tiempos de bonanza inmobiliaria, formaba parte, como socio privado y minoritario, otra empresa netamente campogibraltareña. Y hubo quienes se empeñaron en señalar al socio minoritario culpable de todos los males de dicha entidad, ignorando que en el mundo mercantil las decisiones se toman por mayoría. Y así el que más tiene manda más que el que menos tiene. Pues aún así, hubo –recuerden aquella famosa foto a las puertas de la Audiencia Provincial de Cádiz, en Puerta Tierra, de dos concejales llevando la denuncia que como se ve ha quedado en nada de nada-, y parece que todavía sigue alguien erre que erre, empeñado en que el que menos puso pague los platos rotos provocados por decisiones adoptadas por el que más puso (si es que ha habido platos rotos, que parece que no).
Denuncia que algo queda. Volvemos a la cantinela de siempre. Cuando los tribunales de justicia o el de cuentas dan la razón al denunciante es que se ha hecho justicia; pero si los mismos tribunales de cuentas, o de justicia, repito, no le dan la razón al denunciante, es que en este país no se hacen las cosas bien. Todo menos aceptar que se han equivocado. Y más cuando se dispara con pólvora del rey. Ya lo decía Fernando Villalón: echa vino montañés que paga Luis de Vargas el que a los pobres socorre y a los ricos avasalla. Pero, al final, ni el montañés cobraba ni Luis de Vargas pagaba. Eso sí, los bandoleros con la faca en la faja, consumían el vino que servía Luis de Vargas luego de haber asaltado la diligencia de Carmona y marchar para Écija la Llana con sus novias con arabia en los ojos. En fin, como hoy.