Ganó Mestalla

Valencia

Álvaro Negredo y 50.000 personas más empujaron ese balón que quedaba muerto en el área del Sevilla cuando el reloj ya marcaba el minuto 91 de partido. Mestalla explotaba de júbilo y pocos segundos después lo volvía a hacer cuando el árbitro señalaba el final del partido. Parecía la clasificación para disputar una final o incluso el festejo de un título, aunque lo que se celebraba era un paso de gigante para conseguir la permanencia. Y es que ese el título que perseguía el valencianismo durante toda la semana. 

Es triste decirlo, pero es lo que hay. Tiempo habrá por delante para señalar culpables o para depurar responsabilidades, pero hoy no había más objetivo que el de ganar, el de sumar los tres puntos que se antojaban vitales para abandonar el camino del abismo. Por eso entiendo perfectamente la celebración en la grada, los abrazos y la piña en que se fundieron los jugadores sobre el césped recogida en la imagen que ilustra este artículo. Todos respirábamos aliviados porque este domingo 10 de abril se había cumplido el objetivo. En el cómputo global de la temporada es suspenso es evidente, el balance general será tremendamente negativo, pero hoy se logró lo que se perseguía.

Se estaba escribiendo un guión parecido al de los últimos encuentros. Al Valencia se le acababa la gasolina. Pasó recientemente contra Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao o Las Palmas. El equipo competía de forma más o menos decente durante un tramo de partido, pero se descomponía al final. Y parecía repetirse la historia. El gol de Gameiro llegó acompañado de los fantasmas del pasado. Pero ahí estaba Mestalla para empujar, para no permitir que su equipo se cayese del todo y para chutar junto a Negredo y marcar el gol de la victoria. 

Mestalla fue clave. Es un tópico muy recurrente en el fútbol, pero es que fue tal cual: Mestalla fue ese jugador número doce que necesitaba el equipo. Los pitos a determinados jugadores que se habían venido escuchando durante los últimos partidos en casa desaparecieron e incluso se tornaron en aplausos en algunos casos. Había que ayudar y Mestalla ayudó. Había que remar en la misma dirección y jugadores y aficionados remaron juntos. Hoy tocaba eso. Ya habrá momento de reproches, de críticas o de abucheos, pero hoy había que sumar. Y Mestalla sumó. Como dijo Ayestarán después en rueda de prensa: "la afición estuvo de once".