Un entrenador de formación
A Coruña
“Confianza y responsabilidad para los jóvenes”, “creer en la cantera”, “derecho a equivocarse”, “aprender de los errores”... frases, por desgracia, manidas, casi tópicas, y con poco de cierto en los últimos tiempos en el mundo del deporte (no sólo del baloncesto), se volvieron a convertir en axiomas de la mano de Alfred Julbe el pasado viernes en Riazor, cuando afrontó la recta final del partido que enfrentó a su F.C. Barcelona Lassa “B” con el Leyma Básquet Coruña, con un quinteto con una media de edad de poco más de veinte años: Peno (18), Marc García (20), Dedovic (19), Sulejmanovic (20) y Mbaye (25).
El técnico catalán, pese a que estaban sufriendo la remontada del equipo coruñés (recordemos que los azulgranas mandaron en el marcador durante los primeros 35 minutos del choque), tuvo la valentía de no solicitar tiempo muerto en los últimos minutos, aunque aún le quedaba uno a su disposición. Sus jóvenes jugadores debían afrontar las dificultades, tomar decisiones e intentar resolver por sí mismos, pese al riesgo de echar por la borda el gran trabajo realizado hasta esos instantes.
Es posible que si el entrenador barcelonés hubiese recurrido a los campeones de Euroliga Lakovic y Barton, jugadores expertos, muy acostumbrados a afrontar este tipo de finales de partido, el resultado hubiera sido bien distinto.
Pero Julbe no estaba pensando (solamente) en ganar este partido. Con el objetivo de la salvación logrado hace unas pocas semanas, y aunque su equipo se encontraba bien situado de cara a entrar en los playoffs, el barcelonés estaba pensando en el futuro, en el propósito fundamental de un equipo “de base”, en formar jugadores, jugadores, por otra parte, dotados de un gran talento, como pudimos comprobar en Riazor, que nutrirán (aunque sólo unos pocos llegarán) la primera plantilla del club blaugrana dentro de poco tiempo.
Y es que Alfred Julbe es uno de los mejores entrenadores de baloncesto de este país. Si repasamos su trayectoria en los banquillos, nos encontramos con que fue nombrado mejor entrenador del año por la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto (AEEB) en dos ocasiones, aunque las fechas son ya lejanas: en 1.988 (¡tenía sólo 28 años!) y en 1.997. A sus espaldas, más de quince temporadas entrenando a equipos de la liga ACB (Badalona, Girona, Zaragoza, Cáceres, Andorra) y más de quinientos partidos en la máxima categoría del baloncesto español, en la que puede presumir de haber conseguido un balance superior al 50% de victorias. En su amplio palmarés, entre otros títulos y subcampeonatos, destaca el subcampeonato en la Recopa de Europa de 1.987/88 con el Joventut, el triunfo en la Copa del Rey en la 1.996/97, también con el conjunto verdinegro, o la Copa Príncipe de Asturias (LEB), que ganó en la campaña 2.003/04 dirigiendo al CAI Zaragoza.
Resulta cuanto menos extraño, si no sorprendente, que un entrenador con el palmarés y el prestigio que había logrado Julbe cayera en el ostracismo en los primeros años de este siglo. Su última temporada en la Liga ACB se remonta al curso 2.000/01, cuando entrenaba en Cáceres. A partir de ahí, si bien nunca dejó el baloncesto (entrenó a varios equipos de LEB Oro y LEB Plata o a la selección española de promesas), se vio apartado (no sé si contra su voluntad) del primer plano a favor de otros entrenadores con méritos menores.
La pasada temporada, Alfred Julbe estuvo entrenando en la “potente” liga mexicana. Como él mismo explicó en una entrevista en Solobasket, su experiencia en el país americano le sirvió para salir de su semi-retiro. Y aparecieron nuevos retos. El pasado verano, en Barcelona, estaban buscando un entrenador que fuese capaz de desarrollar y optimizar el talento de sus promesas, un tutor, un técnico de carácter que tuviera experiencia con los jóvenes y gran conocimiento del deporte de la canasta. No pudieron elegir mejor.
Llego al final de esta entrada y me doy cuenta de que no he hablado sobre nuestro Leyma Básquet Coruña, un equipo que no deja de darnos satisfacciones. Espero que me perdonéis pero creo que la figura de Julbe merece la pena.