Cruyff nos abrió las puertas del mundo
LA FIRMA
León
Si para Machado la infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero, para muchos de mis compañeros de colegio –en tiempos de limitadas diversiones, la verdad- Johan Cruyff llegó al Barça abriéndonos las puertas del mundo. Hacer el esfuerzo de ahorrar unas pesetas para comprar los miércoles el As Color y desplegar con sagrada veneración aquellas fotos del jugador total metiendo un gol de karateka al atlético de Madrid, era como bajar los sueños del altillo del armario y hacerlos realidad. Lástima que su homenaje se haya cerrado con un oscuro y triste partido perdido ante el eterno rival y que las épicas del pasado se hayan remplazado por una foto de Cristiano en calzoncillos, luciendo hinchazones corporales como única fuente de inteligencia.
En la misma época, Leandro “Gato” Barbieri componía la banda sonora de “El Último Tango en París” – la genial obra de Bertolucci que, desde luego, aquí vimos mucho más tarde-, llenando nuestra juventud de tórridas notas sacadas al saxo por este Rosarino que bebió de Charlie Parker y extendió el jazz argentino por todo el mundo. También se ha ido esta semana. Y ayer mismo murió Manolo Tena. Cuando las pérdidas empiezan a superar a los encuentros y el futuro se tiñe de recuerdos, es que ya vamos dejando vida por los rincones.