¿Guerras humanas?
Julián Blasco, profesor y escritor, reflexiona sobre las guerras y su 'ADN' cultural, social y religioso con una conclusión final: las guerras siempre esconden "a los miserables que las diseñan"
Mérida
Los humanos, a pesar de los siglos, continúan llevando a modo de maldición en su ADN, la triste herencia del gen de la crueldad y el odio hacia sus semejantes. En la antigüedad los hombres incluso tenían un dios de la guerra y hasta le dieron nombre, como fue el caso del dios Marte, que tuvo que cargar con el “sambenito” en la historia de ser el señor de la guerra, y soportar que en su nombre los humanos limpiaran de sus conciencias, impunemente, las muertes y fechorías que ocasionaban sus guerras.
En otras ocasiones los humanos no dudaron en encomendarse a Dios para hacer sus guerras santas, guerras fratricidas, guerras religiosas o cruzadas, como si el buen Dios de cualquier religión, de cualquier cultura, deseara apadrinar tales atrocidades. A pesar de las muchas buenas almas en nuestro mundo actual, lamentablemente prevalece la muerte a la vida, la guerra a la paz, el hambre a la supervivencia y el egoísmo y la avaricia a la convivencia tranquila de los pueblos entre sí.
Como fruto de este panorama tan trágico, siglo tras siglo somos testigos, ahora telespectadores tristes e impotentes, de los efectos de esas guerras de hoy día, nacidas de la intolerancia y de la ambición económica sin límites, programadas sádicamente y coordinadas por humanos inhumanos, dueños del mundo y adoradores del dios del poder.
Conclusión histórica : Las guerras siempre esconden a los miserables que las diseñan, canallas estos que luchan impunemente para que no se conozcan sus terribles e irreversibles efectos y el dolor que causan en sus victimas.