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Misterios de la Historia

Germania, la ciudad “mágica” del Tercer Reich

El gigantesco sueño ario de Hitler

El gigantesco sueño ario de Hitler / Revista Enigmas

El gigantesco sueño ario de Hitler

Alcobendas

En consonancia con su megalomanía, Hitler quiso crear la mayor ciudad conocida de todos los tiempos, una “superciudad” abocada a convertirse en la capital del mundo, el centro neurálgico del “Reich de los Mil Años”, que tendría por nombre Germania y cuya ubicación sería el lugar que ocupaba entonces Berlín. El Führer pretendía remodelar su país, la gran Alemania, de acuerdo con su visión mesiánica de la historia.

El gigantesco sueño ario de Hitler

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Para su pueblo elegido había soñado una ciudad deudora de las antiguas civilizaciones clásicas que le apasionaban, una nueva Roma a la altura de sus pretensiones milenarias nacionalsocialistas que reflejara que el Reich nazi era el “imperio” del Nuevo Mundo, la mayor potencia militar conocida hasta entonces.

Para llevar a cabo su colosal proyecto contó con el joven arquitecto Albert Speer, de entonces 28 años, que a partir de 1936 se convertiría en el arquitecto número uno del régimen y en plena Segunda Guerra Mundial se haría con la cartera del Ministerio de Guerra, una figura rodeada de misterio que algunos pretenden vincular con la conspiración de julio de 1944, la “Operación Valkiria”, mediante la cual varios miembros del ejército alemán estuvieron a punto de acabar con la vida de Hitler en el Führerbunker de Prusia Oriental.

El gigantesco sueño ario de Hitler

El gigantesco sueño ario de Hitler / Revista Enigmas

El gigantesco sueño ario de Hitler

El gigantesco sueño ario de Hitler / Revista Enigmas

Germania había de convertirse en la capital de una Europa subyugada a la esvástica, una gigantesca urbe que emulara a las grandes capitales del mundo clásico, como Grecia y Roma, que fascinaban al líder nazi. Pretendía que grandes avenidas, inspiradas en los Campos Elíseos parisienses y grandes arcos –que superaran en varias veces la puerta de Brandemburgo y el Arco de Triunfo de la ciudad de la luz–, dejaran cualquier otra capital occidental minimizada frente a la magnanimidad de su centro imperial, un proyecto que empezó a idear en sus años como estudiante en Viena, sin apenas recursos, realizando bocetos de la que un día devolviera el orgullo perdido a los alemanes.

Hitler hizo oídos sordos a los consejos de sus arquitectos –Speer, más listo, supo asentir a todas sus órdenes, forjándose un gran poder al lado del Führer–, de que aquel colosal proyecto tenía grandes dificultades técnicas –además de las económicas – y además, la gran cúpula de la nueva Cancillería del Reich sería tan grande que albergaría hasta 27 veces la de San Pedro en Roma, tenía el inconveniente de ser un objetivo demasiado fácil para la aviación enemiga.

A la creación de este gigantesco sueño “ario” se dedicarían numerosas dotaciones económicas y mano de obra cuando Alemania estaba sumida, por culpa de los megalómanos sueños de su creador, en la peor guerra conocida por el hombre. La idea era que el proyecto estuviese terminado hacia 1950, con un Tercer Reich victorioso, dueño del mundo, pero los bombardeos cada vez más frecuentes sobre Berlín por parte de los aliados obligarían a cancelarlo en 1943. Hitler moría bajo el suelo en el corazón de “Germania”, una capital completamente asediada y derruida muy alejada de lo que habría debido ser tras la victoria.

 
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