¡Apaga y vámonos! con Romualdo López | 29-01-2016
El joven periodista murciano será el encargado de cerrar cada viernes el programa Hoy por hoy Murcia con un 'micromentario musical' con el que ésta semana nos ha recordado que, ¡vamos a morir todos!

Foto: Romualdo López

Murcia
Nuevo reto radiofónico para mí, y creo que lo que procede en un aspirante a educado como yo es saludar, tal y como me han enseñado mis padres. ¡Hola! oyentes, ¡hola!Mayca Sánchez, ¡hola! Joaquín Sánchez, ¡hola! al hijo pródigo Paco Sánchez (no son hermanos, por si teníais alguna duda y creíais que se habían quedado con el chiringuito del Hoy por Hoy entre los tres). Me alegro, Paco, de que hayas vuelto a tu programa y me voy a aprovechar de tu confianza para atraer a la audiencia.
Pensaba yo: «¿Y qué cuento hoy?», y decía mi demonio interior: «Puedes comenzar desvelando una intimidad del presentador, que eso siempre desmitifica un poco y además alimenta el morbo». Y eso es lo que voy a hacer, ahí va. Cuando uno abre el whatsapp para escribirle a Paco Sánchez y se mete en su perfil, se encuentra con la siguiente frase: «Enciende la radio y te cuento la vida». ¡Genial, Paco! ¡Muy bonito!, y con ese punto de mirar al horizonte mientras uno lee esa frase en voz alta. Una gran afirmación a la que no le falta razón. Ni a mí me falta jeta para utilizarla como arranque de mi artículo, incluso cuando ya voy por la mitad.
Y es que ando yo un tanto aturdido últimamente con la omnipresencia de algo que, por suerte o por desgracia, forma parte de esa vida que te cuenta la radio. Voy a hablar de la muerte, así, para entrar esta temporada en «Hoy por hoy» con alegría. Concretamente de las necrológicas que nos atacan por tierra, mar y aire.
Con la llegada del «todo online», las fuentes informativas proliferan, se multiplican ante tus ojos, mucho más si usas las redes sociales. Yo, que además de humano tecnológico soy poco previsor, no había contado con que en esta orgía de datos binarios y autopistas de la información se iba a producir este fenómeno de la «necromoda», un palabro que tengo el dudoso orgullo de haberme inventado yo. Esta «necromoda» nos recuerda a diario una cosa: que vamos a morir todos. No hay día en el que no te estampen en la cara una foto, vídeo, o lo que es peor, un montaje fotográfico digno de una boda rusa, en el que aparezca una celebridad del campo que sea que acaba de pasar a mejor vida. A mí eso, como decía antes, me aturde pero no sé cómo esquivarlo, así que lo mejor es afrontarlo con cintura y mano izquierda.
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Romualdo López / ¡Apaga y vámonos! / Hoy por hoy Murcia (29-01-16)
Y ahí reside otro de los problemas, cuando no el mayor, porque es en ese terreno abonado en el que aparecen las plañideras digitales, o los plañideros, ciñéndonos a la corrección política. La cosa es delicada porque nuestra cultura nos ha enseñado a respetar la pena de los demás por defecto. Pero la claúsula del exhibicionismo, la de convertir el fallecimiento de una celebridad en una cosa tuya, sin que tenga que ver contigo ni sea de tu familia, ésa no está clara del todo. Y son esas reacciones exacerbadas las que convierten en insoportable cualquier homenaje conjunto a los que se marchan. Se comprende el tributo pero, por favor, ¡un poquito de relajación! Y eso que el último rosario de muertes a mí me ha fastididado bastante, sobre todo en lo musical. Lemmy de Motorhead, Allen Toussaint, dios pagano de New Orleans que murió en Madrid con las botas puestas después de su último concierto, Glenn Frey, de los Eagles, con tantos detractores como seguidores que han arrimado cebolleta con sus canciones y ¡sí!, David Bowie, al que queremos hasta ponerle una plaza en Murcia. ¡Olé! Yo a tanto no voy a llegar, pero de momento me voy a acordar de su música colocando como sintonía una canción suya, que habéis podido escuchar al principio de este espacio y que ahora os dejo sonando como despedida. Es del año 79, una época que nos regaló al Bowie más negro, se llama Young Americans, le dio título al disco y está llena de groove y alegría.
Romualdo López