¡Ay aceituneros!
Julián Blasco, profesor y escritor, reflexiona sobre los robos en el campo extrmeño, especialmente en la campaña de la aceituna
Mérida
¡Ay aceituneros humildes, honestos, esforzados, perseverantes, jardineros de tus tierras! ¿por qué roban tus olivos? Año tras año, invierno tras invierno, se convierte en noticia de primera línea el robo sistemático del fruto del trabajo de agricultores, muchos de ellos pequeños propietarios, que ven indefensos cómo saquean y destrozan sus olivares sin que, aparentemente, los vigilantes del agro y de la legalidad en la venta y compra de aceitunas consigan parar esta sangría económica, cíclica y anímica.
Dejando aparcado de momento buscar el grado de culpabilidad o no de quienes deberían hacer más, o mucho más por evitar estos robos cíclicos y diarios de aceitunas, observamos preocupados que de la mano de esta práctica, tan inaceptable en estos tiempos, están viniendo otros hechos delictivos de suma gravedad, como son las agresiones y amenazas a vigilantes y propietarios, con visos de que algún día puedan convertirse en desgracias personales.
Y ahora las preguntas que todo el mundo se hace: Si para que la aceituna robada tenga un valor necesita que exista un comprador, si está demostrado que cuando se vigila con seriedad los puntos de compras y los lugares de producción, la venta ilegal de un producto robado baja y mucho, ¿a qué jugamos?
Ponerle puertas al campo es imposible, pero sí se puede poner cerco a los cómplices de este suculento negocio anual, que favorece la delincuencia, con o sin corbata, y que tanto preocupa a una sociedad agrícola como la nuestra y a un sin fin de agricultores.
Conclusión agrícola: No hay peores ciegos que aquellos que no quieren ver, aunque les estén iluminando el camino a seguir.
