Matas preside el banquillo

Palma de Mallorca

Se ha dicho todo sobre el caso Infanta, así que vamos con el presidente. No del tribunal, que tiene presidenta, sino del banquillo. Allí volvió a presidir por un día Jaume Matas, en primera fila de los acusados y como recordatorio de que se juzga un escándalo del PP. Si el destierro de la Infanta a la última fila del banquillo se justifica por su menguada responsabilidad, Urdangarin merecería un asiento con mejores vistas, en el primer síntoma preocupante del proceso.

Los irreconciliables Castro y Horrach han rendido palacios y palacetes. Cayó el palacete de Pedralbes de los exduques, y el palacete de San Felio del exministro de Aznar. Se ha tambaleado hasta La Zarzuela, y Marivent se hundió en el descrédito al descubrirse que Nóos se ideó en un partido de pádel disputado en el palacio palmesano entre Pepote, Urdangarin y Matas. El expresident negó el encuentro con tanto ahínco como en mentiras precedentes, Don Iñaki admitió el contubernio. Fue el partido de pádel más caro del mundo. Los habitantes de Balears pagamos un millón de euros por cada set disputado, en el primer caso de corrupción documentado en un palacio real.

¿Cómo fiarse de un político así, ahora que Matas entrega un palacete que no posee en su integridad y que está hipotecado, para resarcir el daño del 'caso Infanta'? Tiene tanto valor como si hubiera presentado la foto de otro de sus palacios, el Palacio de Congresos de Palma, para saldar su deuda con los contribuyentes. No es un chiste. El chiste es el palacete, y lo que vino después.