Muertes inocentes
El profesor y escritor Julián Blasco reflexiona sobre los atentados terroristas y en un contexto histórico contrapone fe y fanatismo
Mérida
En un fatídico día, nuestras civilizaciones antepusieron sus creencias por encima de La Paz y el respeto a las vidas humanas. Desde entonces, la historia no deja de hablarnos de como cíclicamente, y a modo de maldición, buena parte de la humanidad, se enfrentan entre sí en guerras santas o cruzadas -que calificativos más impropios para episodios llenos de sangre inocente, muertes, dolor y sufrimiento- con la justificación de defender o propagar unas ideas religiosas.
Oriente y Occidente, durante siglos, han sido escenarios y espectadores a la vez, de terribles acontecimientos entre pueblos y naciones que luchaban y luchan, la mayoría de las veces, fanática y ciegamente por sus creencias. Como un capítulo triste de esa maldición histórica, vuelve una vez más una matanza de personas inocentes, que justifican sus asesinos, o quien los dirigen, como venganza de otras muertes inocentes pasadas.
El contador mundial de muertes inútiles, crueles e inocentes en este mundo continuará sumando. Persistirán incansables, las declaraciones de buena fe, así como las amenazas recíprocas, con el temor de todas las almas nobles de la tierra y con el regocijo de los que mueven los hilos de esta dantesca, triste y repugnante herencia.
Conclusión histórica : La fe mueve montaña, pero lamentablemente el fanatismo también.