Cruel derrota
Dos errores condenan al Sporting, que no aprovechó su buena primera parte y el gol de Carlos Castro. El Betis le dio la vuelta al partido en la segunda mitad, aunque los rojiblancos tuvieron opciones para empatar.

EFE/José Luis Cereijido / J.L.Cereijido (EFE)

Gijón
En el fútbol, los errores se pagan. En Primera, mucho más que en Segunda. No hacen falta que sean muchos, ni en zonas de evidente riesgo. La calidad de la categoría hace que una pérdida de balón o medir mal en la disputa de un balón aéreo, por muy lejos del área que se produzcan, puedan penalizarte con mucha crueldad. El Sporting lo comprobó en sus propias carnes ante el Betis. De nada sirvió ponerse por delante en el marcador ni su fantástica primera parte. Dos fallos en defensa y alguno en ataque le dejaron sin premio.
El Sporting fue mejor que el Betis en la primera parte, sobre todo en la media hora inicial. Jugó al fútbol, tuvo la pelota y generó ocasiones. El Betis estaba a verlas venir. Castro marcó en fuera de juego, se pidió un penalti por mano clara de Piccini, Jony se encontró con una buena parada de Adán (que sería uno de los grandes protagonistas del choque) y Halilovic tuvo el gol en sus botas, pero disparó alto. Hasta que en el minuto 17 una asistencia enorme del croata acabó en un precioso gol de Carlos Castro, que recibió de espaldas, giró sobre sí mismo y ajustó su disparo al palo derecho de la portería bética.
Quedaba defender la ventaja y tratar de sentenciar a la contra. Pero eso, fácil sobre el papel, no lo fue sobre el terreno de juego. El Betis volvió más entonado tras el descanso y a los dos minutos aprovechó una mala entrega de Carlos Castro a Isma López para apretar al navarro y generar una ocasión de ataque en la que Cejudo le sirvió de cabeza el gol a Joaquín, quien también de cabeza empataba el partido.
Reacción insuficiente
Al Sporting le afectó el gol, pero solo durante algunos minutos. Pronto volvió a hacerse con la pelota y a encerrar al Betis, pero cuando no fallaba la puntería volvía a aparecer un impecable Adán. Precisamente de las botas del portero salió la jugada del segundo gol de los andaluces. El portero sacó en largo, Isma López midió mal al intentar despejar de cabeza y Rubén Castro, un delantero de cuerpo entero, no dejó escapar la ocasión de marcar un golazo de bandera, un disparo potentísimo ajustado al larguero.
Abelardo sacó toda la artillería y el Sporting dio la cara hasta el último instante. Pudo empatar, pero Carlos Castro se encontró con la salida de Adán y Guerrero perdonó después de haber hecho un gran control con el pecho. Para ser justos, hay que admitir que el Betis también perdonó de forma incomprensible una ocasión clarísima, en la que Jorge Molina disparó desviado a puerta vacía.
El partido de este domingo, en el que hay que destacar el extraordinario ambiente entre aficiones, fue la demostración de que aunque estos dos equipos ya se enfrentaran en Segunda hace unos meses, la Primera División es otra cosa. Algo que quizás muchos hubieran olvidado al ver al equipo competir a un nivel tan alto desde el primer día en la élite. El peaje del cambio de categoría es natural y, tarde o temprano, se nota. En Primera no se puede conceder ni media. El Sporting debe aprenderlo. La derrota ante el Betis duele, pero la mejor lectura es que, con más o menos fallos, 'Los Guajes' compiten siempre.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...