La desalación es el último recurso para el Gobierno
Así zanja la polémica Juan Carlos Moragues, que indica que el agua desalada es muy cara y producirla es altamente contaminante
Valencia
La desalación es el último recurso para el gobierno, el trasvase del Ebro la única solución para los regantes. El agua desalada es muy cara y producirla es altamente contaminante, el gobierno sólo la utilizará si no tiene otro remedio. De esa forma ha querido zanjar el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, la polémica provocada por el propio Mariano Rajoy.
Un presidente del Gobierno que esta semana abría a la puerta a la desalación para paliar los efectos de la sequía en Alicante y Murcia olvidando la cruzada de los suyos contra la desalación cuando la Moncloa era socialista. Según Moragues, los socialistas gastaron aquí en la Comunitat 500 millones en desaladoras que hoy no se utilizan por caras.
Moragues: 'La inversión en desaladoras es desacertada'
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Benjamín Aparicio, presidente de los regantes de la Comunitat, lo tiene claro: la solución a todos los males hídricos de la Comunitat la tiene el trasvase del Ebro y el proyecto de Plan Hidrológico Nacional que se acordó por unanimidad, subraya, en 2000, pero que luego el Gobierno socialista no quiso aplicar ni poner en marcha.
Afirma Aparicio que los técnicos han dejado claro que el río más regular de España es el Ebro y que para el trasvase sólo haría falta un 5% anual del agua que vierte al mar. Que aquello estaba presupuestado en 4.000 millones y que el agua hubiera llegado a un coste de 0'20 el litro cuando las desaladoras han costado 2000 millones y el agua que producen, que no vale si no se mezcla, cuesta más de un euro.
No tiene sentido, según Aparicio, que además el gobierno gaste 200 millones en Aragón por daños provocados por las inundaciones y al tiempo 50 aquí por la sequía.
Moragues se sube a ese carro y añade: la primera opción del gobierno de Rajoy son los trasvases, el agua superficial. La desalación es el último recurso y además permitiría utilizar desaladoras que aquí costaron 500 millones y que por caras y altamente contaminantes hoy no se utilizan.