Metidos en la piel de Jarramplas
Piornal estrenará en agosto un museo dedicado al personaje ancestral, que incluye un habitáculo sensorial a modo de máscara virtual para sentir lo que experimentan quienes lo encarnan
Cáceres
Jarramplas es todo un protagonista ancestral cada 19 y 20 de enero en medio de la lluvia de nabos arrojados por sus vecinos y visitantes. Es la última fiesta declarada de Interés Turístico de Extremadura y de Interés Turístico Nacional. Tradición que hunde su raíces hasta el Medievo. Leyenda que relata la historia de un ladrón de ganado cazado, emplumado y expulsado del pueblo.
Con lista de espera hasta el año 2033, encarnar al mítico Jarramplas se antoja algo complicado para todos aquellos que se acercan a la localidad extremeña de mayor altitud.
Entre la Sierra de Gredos y el Valle del Jerte, sus verdes pastos aún en verano, a más de 1.100 metros, entroncan con una de las versiones del origen de esta celebración, la de "ajusticiar a un ladrón de ganado en pleno invierno". Pero hay más hipótesis; desde el castigo mitológico de Hércules a Caco a costumbres de los pastores vetones pasando por influencias de ceremonias precolombinas.
Ese lado misterioso que rodea a la fiesta también tendrá su espacio en este museo que sigue la línea de centro de interpretación, con sede en la Casa de Cultura.
Pero, sin duda, más allá de simbolismos y de adaptaciones a la religión católica -y a la figura del mártir San Sebastián, en concreto- el museo se presenta con un aliciente estrella: "ponerse en la piel de Jarramplas" en una de sus salas a través de un dispositivo que simula física y audiovisualmente el colocarse la máscara de este personaje y "el transitar por las calles de Piornal mientras se recibe el impacto de miles de nabos", troncos de coles incluso remolachas. Todo ello aderezado muchas veces con la nieve o el hielo, habituales en Piornal por esas fechas del mes de enero
Una máscara fabricada en la actualidad de fibra de carbono que ha ido aligerando su peso (en torno a los 8 kilos) a la par que ganaba en consistencia ante los golpes. Algo similar a lo sucedido con la armadura que se oculta bajo el traje de cintas multicolor.
De soportar en total, 55 kilos sobre hombros y piernas se ha pasado a 30 en la última edición. Un proceso evolutivo que igualmente podrá verse en el Museo de Jarramplas, con objetos originales donados por los mayordomos y piornalegos que encarnaron a Jarramplas en años anteriores. Porque tampoco faltan tamboriles o 'cachiporras' (baquetas), responsables de tan peculiar sonido mezcla de folclore y ritos bélicos ancestrales.
Con este museo más la estatua de más de dos metros inaugurada en una de las plazas de la localidad a principios de año, Jarramplas se hace aún más presente en la vida cotidiana de Piornal y en las visitas turísticas durante todo el año. La fiesta se revive así por dentro. Por fuera ya es otra historia.