El peruano Roca Rey corta dos orejas, una y una, en la Maestranza
También lograron un trofeo Filiberto, por su entonada faena al cuarto, y Pablo Aguado, por su raza y entrega en el que cerró plaza
Sevilla
Interesantísima la novillada celebrada este jueves en la Real Maestranza de Sevilla con motivo de la festividad del Corpus Christi. El peruano Roca Rey, que cortó una oreja a cada uno de sus oponentes, fue el claro triunfador de una tarde en la que también puntuaron con un trofeo por coleta Filiberto, por su entonada faena al cuarto, y el sevillano Pablo Aguado, por su raza y entrega ante el deslucido novillo que cerró plaza.
Se han lidiado novillos de Villamarta, desiguales de presentación –más fuertes primero y sexto– y de juego. Se acabó pronto el primero, el segundo echó el freno enseguida, tuvo movilidad pero algo descompuesto el tercero, el cuarto aunque justo de fuerza fue el de más calidad, potable el quinto y deslucido y peligroso por el pitón izquierdo el sexto.
Filiberto, de salmón y oro, estocada desprendida (ovación con saludos) y estocada trasera y desprendida (una oreja).
Roca Rey, de esparadrapo y oro, estocada casi entera (una oreja) y pinchazo y estocada atravesada (una oreja).
Pablo Aguado, de grosella y oro, pinchazo y gran estocada (ovación con saludos) y estocada contraria (una oreja).
En cuadrillas, Manuel Odero, Azuquita y Roberto Ortega saludaron en banderillas.
Roca Rey fue atendido en la enfermería de "herida inciso contusa sobre bolsa escrotal, con contusión testicular de pronóstico leve".
La plaza registró algo menos de media entrada en tarde calurosa.
Se presentaba ante la afición de Sevilla el murciano de Calasparra Filiberto, que recibió con oficio al que abrió plaza. Cumplió el novillo en varas, quitó por chicuelinas Roca Rey y, a las primeras de cambio, en la muleta el animal se coló por el pitón derecho. Faena por tanto de mano izquierda en tres series correctas en las que el de Villamarta se fue desinflando. Al cuarto lo lanceó con gusto por delantales. Se protestó al animal por su justeza de fuerza, pero se le cuidó en el caballo y después tuvo la virtud de humillar en la muleta. Lo aprovechó Filiberto en dos series por el derecho que arrancaron la música. Repitió menos el novillo por el pitón izquierdo y calentó el novillero con los circulares por la espalda y los ayudados finales.
Avalado por su reciente triunfo en Las Ventas, también se presentaba en la Maestranza el limeño Roca Rey que no defraudó a nadie. El recibo al primero de su lote fue más efectivo que lucido, aunque después sí brilló en un variado quite para responder a otro de Pablo Aguado. El novillo llegó algo sueltecito al último tercio, pero se empeñó el novillero en empezar por estatuarios. Ya en los medios, hubo una serie al natural que enseguida provocó el pasodoble de Tejera. La pena es que al animal echó pronto el freno, dejándonos ver a un Roca Rey valentísimo que se dejó rozar por los pitones y que resolvió algún intento de serie con un molinete ligado al de pecho muy del gusto del respetable. Suelto y emplazado de salida el quinto, tampoco permitió el lucimiento con el capote más allá de un valeroso quite por gaoneras. Brindó la faena a su hermano Fernando, también matador de toros, y el comienzo del trasteo fue impactante. Con las dos rodillas en tierra fue ligando muletazos por alto, pasándose muy cerca de la chaquetilla los pitones del novillo. Sonó la música y se alegró el animal en un par de series por el pitón derecho, siendo algo más descompuesto por el izquierdo aunque se templó Rey. Hubo un inoportuno desarme del que se sobrepuso por templados naturales y un final vibrante por luquesinas. Del pinchazo previo a la estocada salió con una cornadita en la zona escrotal, aunque antes de pasar a la enfermería paseó su segunda oreja.
El sevillano Pablo Aguado volvía a la Maestranza tras su paso por ella en la Feria de Abril. Hubo sabor en el recibo a la verónica y la media de remate a su primero, también en el quite, pero la faena de muleta tuvo algunos altibajos. Justito de fuerza, el novillo tuvo movilidad pero escasa clase, dando continuos cabezazos que por momentos se traducían en algunos enganchones. Arreado por el triunfo de sus compañeros, Aguado recibió al sexto de rodillas en los medios para enjaretarle tres faroles. Al intentar el cuarto, sufrió un volteretón por fortuna sin consecuencias. Repuesto, le pegó el farol de rodillas, lanceó a la verónica, intercaló una chicuelina y la música no tuvo más remedio que sonar con toda la plaza en pie tras la media verónica de remate. El galleo por chicuelinas para llevar al caballo también fue entonado y otro susto en banderillas se llevó Paco Cervantes cuando, a la salida del primer par, cayó en la cara del novillo que hizo por él sin mayores daños. Tras el brindis de Aguado a al ganadero Pepe Murube, la pena fue que el novillo no pasaba, reponía pronto y se puso mirón. Para colmo de males, por el izquierdo buscaba descaradamente, echándose otra vez a los lomos al torero, que de nuevo se escapó de la cornada. Con todo, Aguado tiró de raza para arrancarle un par de series por el pitón derecho. La misma raza y entrega con la que se tiró detrás de la espada para sumarse al triunfo de Rey y Filiberto.