Canales aprovecha el regalo

San Sebastián

A caballo regalado... no le mires el diente. Eso mismo debió pensar Sergio Canales, cuando al final de la primera parte recibió un pase increíble de Kiko Casilla, el portero del Espanyol, sin ningun tipo de oposición y con toda la portería librar para abrir el marcador del partido entre la Real y los periquitos en Anoeta. El cántabro, claro, no desaprovechó el regalo del meta periquito y marcó el gol que a la postre serviriía para sumar la séptima victoria txuri-urdin de la temporada.

Ese gol de Canales rompía un partido muy trabado hasta entonces, en el que, sin hacer nada del otro mundo, parecía más cerca que el Espanyol se adelantara a que la Real marcara, hasta quue en ese minuto 38 de la primera parte llegara el gran regalo de los periquitos. Fue una cesión inocente de Kiko Casilla, que entregó un balón manso a Sergio Canales delante de su portería cuando tenía todo el campo y ningún agobio para tomar una decisión correcta. Fue, sin duda, lo más destacado de una primera parte sosa en la que la Real sí que fue solida en tareas defensiva, pero muy pobre en ataque.

Tras el descanso, y pese a que ese gol inesperado de Canales podía haber serviodp para animar los ánimos de ambos conjuntos, el encuentro continuó por un camino soso en el que los donostiarras no eran capaces de cerrar el choque y el Espanyol tampoco hacía mucho por buscar el empate. Hasta que en el minuto 62 llegó otro error en el pase del Espanyol. Un error en el medio campo del conjunto periquito habilitó a Chory Castro, que se fue solo hacia el área de Casilla, esperó a dos defensores, de los que se zafó en un palmo de terreno, y pasó el balón a Agirretxe, que en un cuerpo a cuerpo con el portero del Espanyol falló su remate.

A partir de ahí, la Real fue creciendo poco a poco, aunque sin grandes alardes. Pero el equipo de Moyes cogió el dominio de la pelota y buscó la portería de Kiko Casilla en busca del segundo gol que terminara de romper el partido. Los donostiarras, a pesar de conceder dos remates forzados del Espanyol, terminaron más enteros el partido, volcados sobre la portería rival y sólo la falta de acierto les privó de marcar el segundo. Eso sí, en ese tiempo de dominio, sobre todo los últimos diez minutos, se evidenció una falta de calidad en el juego colectivo que ayudó también a que las buenas intenciones, la presión y la ambición de los jugadores realistas no tuvieran el premio del gol.