La vieja guardia sigue al pie del cañón

Valencia

“Nos encontramos una plantilla carísima y sobredimensionada, en la que salvo en dos o tres excepciones su valoración de mercado era muy baja, donde el compromiso en muchos casos era dudoso, donde veníamos de no clasificarnos para la Champions, con contratos millonarios difíciles de sacar. Rufete ha cambiado 23 o 24 jugadores en seis meses. Hay veces en las que hasta que uno no toca suelo, no empiezas una revolución”. Pues va y resulta, señor Salvo, que no ha sido para tanto. De todas esas transacciones, no han sido muchas las que, de verdad, hayan tenido un resultado determinante en el primer equipo. No pretendo con esto defender a capa y espada la gestión anterior, porque todas las planificaciones deportivas tienen sus aciertos y sus fallos, pero sí pretendo desterrar que Llorente y Braulio eran el demonio y que todo lo que hicieron estuvo mal. Los datos son los datos y de los once titulares en el partido contra la Real Sociedad, seis de ellos fueron jugadores que ya estaban en la plantilla antes de que Rufete y Salvo entrasen en el club. Alves, Barragán, Javi Fuego, Parejo, Piatti y Feghouli fueron fichajes de Braulio; Gayà, un canterano que ha ascendido al primer equipo en el momento en el que tenía que hacerlo, sin que nadie se deba apuntar una medalla por ello porque era algo evidente; Negredo y Enzo Pérez son fichajes de Lim a base de talonario; y sólo Mustafi y Otamendi son apuestas reales de Rufete y su secretaría técnica. Así que démosle al César lo que es del César y dejemos de criticar sin fundamento la etapa anterior porque su herencia no es ni mucho menos dramática, sino más bien todo lo contrario. Y los méritos deportivos de la gestión del último año y medio todavía están por demostrarse.