El infierno de Jennifer
Condenado a 28 años de cárcel un hombre que obligó a su pareja a arrancarse los dientes tras cuatro años de maltrato
(Getty Images)
Málaga
El relato de los hechos que recoge en su sentencia la Sección Octava de la Audiencia de Málaga parece sacado del guión de una película “gore”, del estilo de las escalofriantes escenas de Saw. Terrible en sí, más aún porque es el relato de los últimos cuatro años de vida en pareja de Jennifer y Daniel. Una historia marcada por los celos de él y la dependencia emocional absoluta de ella, la víctima.
Del horror que han marcado estos cuatro años se conocen los últimos episodios, los que recoge el fallo del tribunal. Aquí llevan parte de esta historia incompleta.
Lo que se conoce, solo lo que se conoce, comenzó entre agosto y septiembre de 2012 con un episodio terrorífico. El acusado acorraló a Jennifer contra la bañera y comenzó a darle puñetazos y patadas por todo el cuerpo, ya que quería que confesara una supuesta infidelidad. Para que cesaran los golpes la víctima reconoció algo que nunca había existido: la relación con una tercera persona. No contento con ello, la dejó encerrada en el piso 15 días y no permitió que la atendiera un médico. Bajo llave y sin teléfono, el acusado siguió con las continuas agresiones.
La mujer denunció que luego se fueron a vivir a Almería, donde su compañero le obligó a ejercer la prostitución. Y la tenía en la calle desde primeras horas de la tarde hasta bien entrada la madrugada. El tiempo lo diluye todo, y este periodo no ha quedado acreditado en la sentencia. Si consideran probado que en febrero de 2013, de vuelta a Nerja , el acusado comenzó una nueva etapa de terror. Aprovechando la situación de dependencia y desvalimiento absoluto de la víctima, como castigo a supuestas infidelidades, la obligó a arrancarse un diente con unas tenazas que él le ofreció. Quería afearle el aspecto. Daniel repitió y repitió sus amenazas. Y no fue un diente, fueron tres. Arrancados a tirones de dolor. Tampoco pudo recibir asistencia médica. Él nunca quería. Meses después le propinó una patada que le fracturó la mandíbula. Tampoco hubo visita a hospital alguno.
En los últimos meses de relación la pareja se trasladó a un piso vacío en Vélez Málaga. Daniel ató a Jennifer con una cadena y un candado al cuello con el otro extremo asido a un ropero. La víctima dormía en el suelo. Jennifer era obligada a beber su orina y comer sus heces. Él le pegaba con un tubo de plástico. Una barra de PVC que la policía encontró, tiempo después, al lado de la cama.
En agosto de 2013 Jennifer encontró una salida al infierno. Entró en un bar a pedir dinero mientras Daniel esperaba en los alrededores. La mujer pidió entonces auxilio y denunció el terror que vivía. La sentencia dedica más de treinta líneas sólo a relatar las lesiones que padecía la víctima en el momento de ser atendida. Fracturas, hematomas, inflamaciones, deformidades, un recorrido completo por la anatomía de esta mujer, a la que no le quedaba un hueco del cuerpo sin herir.
El fallo condena a Daniel a 28 años y cuatro meses de prisión por varios delitos de lesiones, detención ilegal y maltrato. No podrá acercarse a Jennifer durante el próximo medio siglo.
La Sala obliga a Daniel a que indemnice a Jennifer con 30 mil euros, un dinero que a la Sala se le antoja escasa teniendo en cuenta el daño moral ocasionado, que los magistrados consideran extraordinario. Jennifer escapó del infierno. Y esta historia no es ficción, son los hechos probados de una sentencia judicial de la Audiencia Provincial de Málaga que tiene fecha 3 de febrero de 2015.
