La "cremà" fallera da la bienvenida a la primavera
La fiesta grande valenciana vive su día grande con la esperanza de convertirse en Patrimonio de la Humanidad
VALENCIA
Arden más de 700 monumentos de cartón piedra, entre grandes e infantiles, y con ellos figuras de políticos, de deportistas, de acciones políticas, de denuncia irónica con la que los valencianos dan la bienvenida a la primavera
El preludio de la cremà, la quema de las fallas, fue a las siete de la tarde con la Cabalgata del Fuego. El aperitivo para que a las diez de la noche comenzase el ritual del fuego que hizo desaparecer a las fallas infantiles. A las diez y media ardió la falla infantil que ha obtenido el premio de la máxima categoría y a las once la falla municipal.
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Con la medianoche el fuego se adueñará de las fallas grandes. De todas menos de dos: la falla del primer premio de la categoría especial, la de la plaza de El Pilar. Y a la una de la madrugada la "cremà" de la falla municipal, en la plaza del ayuntamiento, pondrá el colofón a unas fiestas que hosteleros y comerciantes ven con esperanzas aunque todavía no han hecho números.
Las fiestas comenzaron con la "crida", el llamamiento a todos los valencianos para celebrar las fallas, el pasado 23 de febrero. Una semana después, el día uno, comenzaron a dispararse las mascletàs en la plaza del ayuntamiento. Hoy se disparará la última que promete ser atronadora, como mandan los cánones.
Al margen de la pólvora, los valencianos también han ofrendado a la patrona, la Virgen de los Desamparados, con dos jornadas de ofrenda floral que han servido para vestir la imagen de la patrona que preside durante estas fiestas la plaza de la Virgen.
Esta noche más de 300 bomberos trabajarán sólo en la ciudad de Valencia para controlar que la "cremà" transcurra con normalidad. Pero muchos más bomberos harán lo propio en muchos pueblos de la provincia de Valencia y del resto de la Comunitat que también celebran las fallas.
La cremà fallera de este año podría ser la última antes de la declaración de las fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. De hecho, la fiesta josefina es la candidata española para el año que viene.