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MÚSICA | JAZZ

Javier Colina, un jazz que juega con los sabores

El Café Central de Madrid acoge el jazz de Javier Colina, un contrabajista que según el propio Bebo Valdés "es sin duda el más completo" con el que se puede tocar

Javier Colina durante su actuación en El Café Central de Madrid(NATALIA CASTRO)

Javier Colina durante su actuación en El Café Central  de Madrid

Al caer la noche sobre el barrio de las letras madrileñas, El Café Central es una buena parada para aquellos que, hambrientos por lo culinario y por las sensaciones sonoras, buscan un ambiente diferente para dejarse llevar con el mejor jazz. Durante toda esta semana, El Café Central abre sus puertas para recibir al contrabajo de Javier Colina.

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"Javier Colina es uno de los mejores contrabajistas con los que se puede tocar, sin duda el más completo". Y esto no lo dice cualquiera. Con estas palabras le define el mismísimo Bebo Valdés, un genio cubano al piano y padre de muchos en el mundo del jazz que ya acumula 90 años de vivencias. Pero Javier Colina es mucho más, es un menú complicado de elaborar y sencillo de degustar, que deja una sensación amable y recuerdos de obra de arte en el paladar cuando sus dedos pellizcan las gruesas cuerdas de su contrabajo.

Navarro de nacimiento, empezó con el acordeón y creció literalmente sobre la música. Bajo su casa, un bar musical y en vez de ser el vecino que se queja, era el niño que ponía el oído en el suelo para aprender de la música. Ahora, hasta el próximo domingo 3 de febrero, Colina se acompañará de un cuarteto sin igual que aliña la oferta de El Café Central. Deja a un lado el niño que escuchaba para subirse al escenario como uno de los únicos españoles que han tocado en el Village Vanguard de Nueva York, uno de los clubes de jazz más prestigiosos del mundo.

Con la timidez detrás de unas gafas que se resbalan por la nariz y abrazado a su contrabajo, Colina invita a los espectadores a acompañarle en un viaje por el jazz. Con notas que entran y salen de compás sin que dé tiempo a pensarlo. Libera sus dedos para jugar con el instrumento y se deja llevar al canturrear las mismas notas que salen de sus manos bajo la atenta mirada de su cuarteto con Ariel Brínguez al saxo, Albert Sanz al piano y Daniel García en la batería.

Al entrar al café, preguntando si nos íbamos a encontrar con un jazz clásico o si se iba a dejar llevar por los palos más flamencos que suelen acompañarle desde que convivió con Chano Domínguez o Bebo Valdés en Lágrimas Negras, sólo hay una respuesta posible: "Colina siempre hace lo que quiere". Esta aquí para romper los esquemas, y lo demuestra nada más empezar el concierto, a las 21:00 con rigurosa puntualidad. Tras marcar un patrón más clásico, coge su instrumento para hacer uno de sus múltiples viajes y tocar una adaptación de un tema con tonos de África y de Colombia. Y sus dedos juegan tanto que dejan de pellizcar las cuerdas para rasgarlas como cuando un flamenco toca en su guitarra tanguillos o colombianas. Es en este momento, cuando los platos servidos en El Central empiezan a quedarse fríos, no por el servicio, sino por el asombro de los que escuchan sentados sin apartar la vista del cuarteto.

Lo bonito e íntimo de un café musical es que la gente puede conversar mientras que escucha música. La diferencia es que cuando grandes como Javier Colina tocan en El Café Central, nadie se atreve a hablar. O quizá no les dé tiempo a distraerse con palabras.

Para cerrar el primer plato, de Colombia al jazz más sensual con sólo ''Tres palabras'' y un saxo que enamora sin tener que cantar letra alguna, una adaptación al jazz latino de una obra de Thelonious Monk y un descanso para hacer bien la digestión. Y esta vez el juego es a pasarse la pelota, a mover los solos de un instrumento a otro creando conversaciones o discusiones que siempre se resuelven con la vuelta a la melodía. Pero ya ha llegado la hora de descansar.

Un club especial

Tras 15 minutos vuelven con energías renovadas, con un segundo plato aún más fuerte y sorprendente que no deja a nadie indiferente. Por hacer un resumen de cómo avanza el concierto, el mismo Javier Colina dice: ''llevamos 15 goles de diferencia con Dinamarca''. Como en todo buen club, el postre no se pide. Viene invitado tras una marea de aplausos que exigen seguir oyendo el recital, y de estos aplausos El Central está acostumbrado. Que un café ofrezca jazz de nivel internacional en España, es todo un privilegio. Pero que lo haga todos los días de la semana durante 30 años, es un asombro. Por eso y como bien dice Colina, "El Café Central es un milagro''.

La revista 'Down Beat' publica cada cuatro años la lista con los mejores 100 clubs de jazz del mundo y desde el 2003 El Café Central es el único en toda España. Ya ha salido como primicia adelantada la lista de este 2013 y al Central le ha salido un acompañante, el Harlem Jazz Club de Barcelona.

''Tocamos el último tema, todo muy rápido, porque el tiempo apremia y los vecinos más'' dice Colina. Pasadas las 23:00 de la noche, la música se acaba, pero el jazz acompañará a la madera del contrabajo de Colina para siempre. Para los que no puedan desplazarse hasta el café madrileño, queda su último trabajo En la Imaginación junto a la cálida voz de Silvia Pérez, un disco reconocido como mejor álbum de jazz y músicas contemporáneas en la IV edición de los Premios de la Música Independiente.

 
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