'El cocinero de los indignados'

Desde hace día se encarga de cocinar la comida con la que se alimentan todos los voluntarios que participan la acampada del '15M'. "Estoy viviendo una experiencia maravillosa. Aquí están nuestros hijos, tenemos que apoyarles".

Bigote blanco, gorro de marinero, delantal azul... No es un cocinero más, es Rafael. Orgulloso nos explica que ayer le dieron un diploma que le convierte en el cocinero oficial de los indignados "yo estoy colaborando con lo único que sé, detrás de la cocina. Al menos que coman algo un poco caliente ¿no?".

Nos atiende bajo la 'caseta' que alberga la cocina del campamento de los indignados. Una improvisada cocina con un sólo fogón y con un gran puchero sobre una pequeña mesa. A su lado, una pequeña despensa que la que almacenan todo lo que les van donando. Son muchas bocas que alimentar porque son muchos los voluntarios que pasan allí las 24 horas. Allí dan los desayunos, las comidas, las cenas...

Lo cierto es que consiguen hacer mucho con muy poco, nos detalla Rafael, "En un sólo día hemos conseguido llegar a repartir más de 1.500 platos de macarrones. Estos es una locura".

Todo un ejemplo

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Rafael dice estar viviendo una experiencia maravillosa, cada día que pasa se enorgullece de la gente con la que está conviviendo, "Ayer me hizo llorar una persona. Un hombre que me entregó dos tomates y un trocito de verdura, me dijo -soy pobre, perdóname por no poder darte más- ¡Esto es España señores!", apunta emocionado Rafael. Esa es la España por la que lucha, "aquí están haciendo una labor impresionante. Aquí están nuestros hijos, tenemos que quererlos y tenemos que enseñarles. Esta es nuestra sociedad", añade.

Un indignado más

Rafael tuvo su propio negocio pero fracasó "Yo era el que guisaba, el que barría, el que fregaba, y el que cerraba el bar. No supe gestionar mi empresa y al 'carajo'. Yo no voy a culpar al señor Zapatero ni a la crisis, sólo me puedo culpar a mí. Y ahora tengo que asumir la culpa que me toca, pagar, pagar y pagar". No culpa a Zapatero pero sí se compara con él, y se pregunta "por qué si mi bar falló y yo lo dejé... Zapatero no hace lo mismo con el gobierno". Por eso Rafael se considera un indignado más.