Buñol: "Ya ningún paraje es como antes de la DANA"

València

En València 2025: Renacer tras la DANA seguimos nuestro recorrido por los municipios afectados y en el capítulo 12 visitamos Buñol, un municipio en el que la fuerza del agua arrasó muchas de las infraestructuras que encontró a su paso.

El agua provocó daños en carreteras, calles del propio núcleo urbano, caminos, puentes, parques, infraestructuras deportivas, en el castillo y, además, también en muchos de sus parajes naturales, algunos de los cuales a día de hoy están irreconocibles.

En este capítulo conocemos a tres personas que resultaron afectadas, tanto en sus casas como en sus negocios, y bien sea por su proximidad al río como por los desprendimientos de la montaña. A Sergio Ortiz, Laura Sanz y Pedro Ruiz, como a otros muchísimos valencianos que estamos conociendo en este podcast, el 29 de octubre de 2024 también les cambió la vida.

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La montaña se desprendió sobre su casa

Sergio Ortiz nos recibe en su casa, donde todavía, a día de hoy, no ha podido volver, a pesar de que ya casi se cumplen cinco meses desde la DANA. No es una de las casas más próximas al río. Sin embargo, tal era la fuerza del agua que bajaba por la parte trasera de su vivienda, por la calle de la Cuesta Navarro, que provocó desprendimientos que acabaron rompiendo el muro de su casa.

Casi cinco meses después parece como si la montaña se hubiese desprendido sobre su casa. Las rocas y material de la calle que resultó arrasado destrozaron la parte trasera de la vivienda, y aunque las obras que debe acometer el ayuntamiento se adjudicaron en noviembre, todavía no han empezado. "La empresa propone construir un colector de aguas pluviales, pero a día de hoy el ayuntamiento no se ha pronunciado".

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Ortiz lamenta que mientras esa obra no esté acometida y la nueva calle reconstruida, los expertos e ingenieros que han analizado su casa le dicen que de momento no se pueden realizar las obras que necesita para tener de nuevo agua potable. Así las cosas, lleva casi cinco meses viviendo junto a su hijo de 7 años en casa de su madre. No tiene, explica, demasiadas esperanzas en que todo se solucione rápido y, de hecho, duda que pueda volver a su casa este 2025.

Un río que entró en sus casas y que ahora no reconocen

Tras conocer el caso de Sergio, nos trasladamos a unas viviendas ubicadas muy cerca del río Buñol. Allí tienen su casa tres hermanos acostumbrados desde que nacieron a las crecidas de un río que cada verano atrae a miles de visitantes. Sin embargo, ahora no reconocen lo que ven y nunca habían vivido una crecida como la que sufrieron el 29 de octubre.

Nos lo cuentan Laura Sanz y Pedro Ruiz. Son cuñados, y la tarde del 29 de octubre, cada uno desde su casa, fueron viendo cómo aumentaba el caudal del río. A mitad tarde, y ya asustados, cogieron a sus hijos y se refugiaron en la que está a más altura, la de Pedro. Pero a las 9 de la noche, con el agua ya arrastrando rocas que pesaban toneladas y viendo cómo los almacenes que habían sido una antigua fábrica de papel quedaron arrasados, tuvieron que salir y buscar refugio en otras casas del pueblo más alejadas del río.

El agua superó el metro ochenta de altura en la casa de uno de los hermanos, el más perjudicado, nos cuentan. En la vivienda de Laura superó también el metro, aunque lo que más le cuesta olvidar, dice, fue la angustia de no saber nada de su marido hasta bien entrada la mañana siguiente. "Volvía de trabajar y tuvo que dar la vuelta en contra sentido por la A3. Hasta las 9 de la noche del día siguiente no lo vimos".

En el caso de Pedro, los daños no solo alcanzaron su taller, sino también el almacén, ubicado en la otra ladera del río, donde guardaba motocicletas y vehículos agrícolas. Eran más de 50, explica, y todos los arrastró el río aguas abajo.

Han pasado casi cinco meses, pero no consiguen acostumbrarse a lo que tienen ahora frente a sus casas. El río Buñol, el paraje conocido como "El Paraíso", donde cada verano llegan miles de visitantes de la comarca y otros puntos de la Comunitat Valenciana, y todo el entorno natural del que disfrutaban ha quedado destrozado. Confían, eso sí, en que el paso del tiempo vuelva a hacer crecer una vegetación que devuelva el atractivo a un río al que ya mira de reojo cada vez que llueve.

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