Un juzgado valenciano condena a una ‘falsa veterinaria’ por intrusismo profesional
El Colegio de Veterinarios de València (ICOVV) y la Asociación Empresarial Veterinaria de València (AEVETVAL) han trabajado conjuntamente para lograr la condena
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Imagen en el veterinario de un perro / Ajuntament de Burjassot
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Valencia
Fue la patronal AETETVAL la que puso en conocimiento del colegio el caso y facilitó las pruebas obtenidas mediante un investigador privado, que habían contratado al efecto. El servicio jurídico del ICOVV se encargó de llevar la acusación particular y, ante las evidencias recabadas, obtuvo la condena por conformidad de la acusada con los cargos presentados por el Ministerio Fiscal.
En la sentencia queda probado que, pese a no tener titulación en Veterinaria, la supuesta profesional “atendió a un animal, le realizó una analítica de sangre y pautó una medicación para el caso de que se volviera a repetir una supuesta hinchazón”.
La presidenta del ICOVV, Inmaculada Ibor, y la de AEVETVAL, Rut Zuriaga, se muestran satisfechas por la colaboración y el éxito de este proceso. Desde ambas entidades se ha instado a los colegiados y a los usuarios a denunciar cualquier sospecha de un caso análogo. Zuriaga e Ibor coinciden en señalar que “la defensa de la profesión veterinaria y de la calidad en el servicio sanitario que prestamos pasa por actuar con contundencia contra todos los que la cuestionan, más aún cuando el que actúa no está cualificado, no es veterinario y puede causar daños irreparables en la salud o bienestar de los animales”.
Los denunciantes llegaron a contratar los servicios de un detective privado tras tener conocimiento de que en un centro veterinario se realizaban tratamientos fuera del horario laboral. El detective pudo acreditarlo llamando por teléfono a la consulta.
La propietaria del centro, que no es veterinaria, atendió al detective, le sugirió que los supuestos síntomas que presentaba el perro debían ser tratados con una medicación concreta que debía 'pincharle' al animal.
Unos minutos más tarde los investigadores, con cámara oculta, grabaron toda la escena: la única persona que les esperaba era la misma que había cogido antes el teléfono e iba uniformada con una bata verde. La falsa veterinaria auscultó al perro, comprobó el estado de su boca y mucosa y lo exploró con fonendoscopio.
Tras comunicar a sus supuestos dueños que, en ese momento, el animal no sufría inflamación alguna, procedió a la toma de muestras y le pautó unas pastillas como tratamiento. También extrajo sangre del animal para realizarle una analítica y pautó unas pastillas.
“La falsa veterinaria simuló la actuación de una profesional pero las consecuencias de su intromisión podrían haber sido especialmente graves, no solo para la credibilidad y prestigio de la profesión sino también para la salud y bienestar del animal. De ahí la importancia de que veterinarios y usuarios denuncien las posibles sospechas que tengan”, remarcaron las responsables del ICOVV y de AEVETVAL. Con tratarse de “un caso excepcional”.
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