Antonio Colomina o la fuerza del amor altruista
Personas como Antonio hace que la vida, en general, merezca la pena, aunque a veces también es una puta mierda
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La Columna de Carlos Arcaya: «Antonio Colomina o la fuerza del amor altruista»
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Alicante
Qué sufridas son las palabras, pero qué difícil es decir algo original tras escuchar el verdadero dolor que ha dejado el fallecimiento de Antonio Colomina, el irredento presidente de la Asociación de Vecinos de Colonia Requena y propietario del bar El Loro.
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Las grandes tragedias, como lo fue la pandemia, si tienen algo positivo es que son un calibre que mide a la perfección la calidad de los seres humanos. En el caso de Colomina ejemplarizaba lo mejor de esta sociedad: la parte más bondadosa, más solidaria y más sensible.
Somos demasiado pudorosos para reconocer que el amor altruista es la verdadera fuerza que mueve el mundo. Y más en estos tiempos, con tanto miserable que diferencia entre colores y banderas y que tacha como enemigos a quienes pactan, acuerdan y quieren construir.
El agujero sentimental y social que deja Colomina es tremendo. Personas como Antonio hace que la vida, en general, merezca la pena, aunque a veces también es una puta mierda.
Dicen que ninguno somos imprescindibles, pero, sin duda, unos más que otros. Para ser un ilustre de Alicante no hay que terminar en el panteón que lleva este nombre. Ya quisiera alguno que su grandeza radicará en su tremenda humanidad.
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