El circo de València que paró el montaje de su carpa para ayudar a los municipios afectados por la DANA

València

Entre las muchas tradiciones que hay en Navidad hay una muy arraigada en València, sobre todo entre las familias con niños pequeños, la de ir a disfrutar de una tarde en el circo.

Por eso, nos hemos acercado a uno de los circos con más solera. Está a punto de cumplir 50 años. Se trata del Wonderland. Sara, la directora artística, nos cuenta cómo nació este circo familiar en el que llegó a trabajar el gran Ángel Cristo.

De gira toda la vida, aunque con el Wonderland, desde antes de la pandemia, solo en València. Y es que hubo unos años en los que ya no era rentable ir de pueblo en pueblo por España. Ella cree que el motivo fue la prohibición de que hubiera animales en el circo.

¿Animales en el circo?

El tema de los animales es un asunto recurrente. Ha habido que adaptarse, explica su tío Kike. Para el abuelo, al que todos llaman Lucetto, la prohibición ha sido parte de la ruina de este espectáculo y Sito Rivelino, el payaso del circo, cree que han pagado justos por pecadores.

Nos quedamos con Sito. Él no es de la familia, aunque como si lo fuera. Este payaso es la octava generación en el circo.

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Para él es una vocación que ha trasmitido a su hijo, con el que ahora comparte espectáculo. Por cierto, son de Llíria.

Más difícil todavía

Dejamos al payaso, que ya va maquillándose para la función y hablamos ahora con alguno de los equilibristas.

Glen, el primo de Sara, es uno de tantos que nació de gira en el circo, mientras sus padres estaban en Albacete y con ellos ha recorrido medio mundo.

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Empezó a actuar con solo cinco años, de ayudante de los payasos. Ahora se ha especializado en el mástil chino.

Otro de los primos es Randy, él nació de gira en Sevilla. Su especialidad es las cintas áreas y debutó con solo 12 años.

Un circo con escuela

Por cierto, Sara Glen y Randy eran algunos de los niños que estudiaban en la escuela que había en el circo. Fue de las primeras que el Ministerio de Educación creó.

Allí aprendieron divirtiéndose y esperando a la hora del patio. Bueno, más bien, la hora de la pista, porque es donde se escapaban en cuanto el profesor o profesora que tenían les dejaba un rato libre.

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Esos niños se hicieron mayores y ahora son los artistas del circo y a las nuevas generaciones les toca estudiar a distancia, como Mía, que solo tiene 9 años y a la que le gustaría trabajar de mayor subida al alambre.

Junto a Mía están Sandy, que tiene 17 años y que esta Navidad es la primera vez que sale a la pista con su espectáculo de malabares con los pies, y Rebeca, que tiene 22, y que desde los 6 años es contorsionista.

Prefiero el trapecio

Los que vuelan más alto en el Wonderland son los trapecistas. Son cinco, entre ellos una pareja medio argentina, medio chilena, que han trabajado ya por medio mundo, pero que es la primera vez que actúan en España. Son Jonathan y Débora. Junto a ellos actúa Enga, su hija de 17 años. Antonio, un joven mexicano que también lleva el circo en la sangre.

Y el fuerte, como llaman al que se encarga de cogerles al vuelo. Se llama Alejandro y mientras hablo con él no para de apretar las tuercas de las cadenas con las que fijan la red salvavidas.

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Siempre quiso trabajar en el circo, hizo casi de todo, pero como cataba Manolo García, él prefiere el trapecio.

El tragafuegos que se hizo patinador por amor

Por cierto, Sara, la directora artística del Wonderland con la que hablamos antes, también sale a la pista a actuar junto a su pareja Matía. La historia tiene tela.

Se conocieron en Marina D'Or durante la pandemia. Este año han preparado un espectáculo de patinaje acrobático que a partir de enero representarán en un circo nada más y nada menos que en Australia.

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Matía es también el tragafuegos del circo. Es una especialidad peligrosa, aunque últimamente ha depurado la técnica y en vez de parafina utiliza un producto que muchos seguro consumen en el desayuno.

Porque lo de la vida en el circo implica también el tener una casa rodante. Es algo a lo que todos se han acostumbrado ya y que incluso, cuando vuelven a su casa de ladrillos, algunos siguen prefiriendo.

Un circo en medio de la DANA

Este año el montaje del circo ha sido un poco más complicado por culpa de la DANA. La carpa, las gradas y casi todo el material lo guardan durante el año en Cullera y traerlo a València ha sido toda una odisea.

Pero una vez ya en València también quisieron poner su granito de arena. Algunos de ellos cogieron el tractor que tienen y algo de material y se fueron a Alfafar a ayudar a sacar coches y quitar barro.

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Una de las cosas que en el Wonderland repiten todos es que no cambiarían la vida en el circo por ninguna otra. Son felices viajando de un lado para otro, emocionando a la gente a través de lo que muchos consideran el mayor espectáculo del mundo.

El circo en Navidad

Y todo en familia porque si de algo presumen en el Wonderland es de ser un circo familiar. Y eso implica también juntarse esta nochebuena a cenar todos juntos en la carpa para celebrar la Navidad.

En unos días, cuando cierre el Wonderland, se desperdigarán por el mundo para trabajar en otros circos, pero con ganas de volver el año que viene a València para hacer felices sobre todo a los más pequeños.

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