Callejeando por la plaza de Cánovas del Castillo
Tal día como hoy, un 9 de diciembre de 1879, hace ahora 145 años, fue nombrado presidente del gobierno Antonio Cánovas del Castillo, cargo al que accedía por tercera vez dentro del sistema de turnos de la Restauración.
València
En 1884, tras el derribo de las murallas y la necesidad de expansión de la ciudad, los arquitectos Luis Ferreres, José Calvo y Joaquín María Arnau, realizaron el Proyecto de Ensanche de Valencia, basándose para ello de una trama ortogonal y rectilínea compuesta por manzanas achaflanadas y limitada por dos grandes vías dispuestas en ángulo recto que, desde el Paseo de la Pechina hasta las vías del tren, y desde aquí hasta el puente del Mar, debían conformar el segundo cinturón de circunvalación de la ciudad y ordenar racionalmente el espacio comprendido entre estas y la antigua ronda de las murallas.
En la Gran Vía que conectaba el poblado de Russafa con el río a la altura del puente del Mar, bautizada posteriormente como Gran vía del Marqués del Turia, el proyecto contemplaba, justo antes de su entronque con el pretil del río y el camino de Monteolivete, la apertura de una gran plaza ovalada, abierta con dos semicírculos a ambos lados, desde donde irradiaban las calles que tenían que conectar con las otras dos grandes plazas o espacios urbanos de la zona: la plaza de la porta de la Mar y la plaza de América. Esta armoniosa plaza empezó a urbanizarse a partir de los primeros años del siglo XX, momento en el que se levantó el famoso edificio Chapa, la suntuosa casa concava que abarca todo un lado del semicírculo, entre grabador Esteve y la Gran Vía, obra de los arquitectos Antonio Martorell, Emilio Ferrer y Carlos Carbonell, proyectada en un bello estilo modernista valenciano.
Para denominar la nueva plaza, el Ayuntamiento acordó en 1910 dedicársela al malogrado político Antonio Cánovas del Castillo (Málaga, 1828 – Mondragón, 1897), uno de los estadistas más destacados del siglo XIX en España y figura clave de la Restauración borbónica de 1874. Fue el principal valedor de Alfonso XII y máximo dirigente del partido Conservador, ejerciendo de presidente del Consejo de Ministros en seis ocasiones entre 1875 y 1897, alternado el poder con su adversario político, Práxedes Mateo Sagasta, en lo que se denominó como alternancia pacifica del poder. En este periodo de gobierno Canovista se aprobó la Constitución de 1876, se creó un sistema representativo liberal y consiguió pacificar la política española. Su talón de Aquiles fue la guerra de Cuba y las insurrecciones anarquistas, motivos por los que fue asesinado por un correligionario de ambas causas, el italiano Angiolillo, en el verano de 1897.
En 1930, en la ya denominada como plaza de Cánovas, se instaló en su centro la formidable escultura dedicada al Marqués de Campo, generando la confusión habitual que se da en las plazas de Valencia, donde por norma general, nada tiene
que ver el nombre de la plaza con el personaje representado en la escultura que la adorna. Como ejemplos más significativos encontramos el de la plaza de Alfonso el Magnánimo y la estatua de Jaume I o la plaza del poeta Llorente y la estatua del pintor Ribera.
Otro hecho singular acaecido en la plaza de Cánovas fue su cambio de nombre durante los años de la Guerra Civil, cuando pasó a denominarse como plaza de la Generalitat Catalana, en agradecimiento y por confraternidad regional con el pueblo catalán que había marcado el camino hacia la autonomía en pleno proceso de elaboración del Estatuto valenciano.
Tras la guerra, la plaza recuperó la denominación de Cánovas, nombre que se popularizó décadas después, al convertirse todo el entorno en una de las zonas de ocio nocturno más concurridas de la ciudad.
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