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El palacio y la plaza de Mossén Sorell (por Pepa Pascual)

En 'La València Olvidada' nos acercamos a una de las plazas más conocidas de nuestra ciudad, la de Mossén Sorell

La València Olvidada: El palacio y la plaza de Mossén Sorell

La València Olvidada: El palacio y la plaza de Mossén Sorell

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València

En la plaza de Mossén Sorell, en pleno barrio del Carmen, se ubica el conocido mercado del mismo nombre.

El nombre de esta plaza le viene por el palacio gótico que había aquí y que fue uno de los edificios civiles más importantes y admirados de la ciudad por su rica decoración y que se destruyó en 1878, víctima de un desastroso incendio.

Pero vayamos al inicio, la familia Sorell está documentada en València desde el año 1376, cuando Bernat Tomás Sorell aparece como prestamista del rey Pere IV para la conquista de Cerdeña. Cuenta la tradición que Bernat compró a unos “Moros de Paz” un cargamento de barriles de pólvora, capturado a un buque inglés, y que al destaparlos descubrió, en un doble fondo, 20.000 florines de oro (parece ser que en el siglo XIV ya se llevaba la costumbre de evadir impuestos y llevarse el dinero a escondidas fuera del país; no hemos inventado nada).

Pero volvamos a nuestra historia; Bernat Sorell fue una de las personas más acaudaladas de València en el siglo XV y ostentó importantes cargos como Justicia criminal y Jurado. Como anécdota, decir que compró en 1464 el señorío de Sot, cerca de Segorbe, que pasó a llamarse desde entonces Albalat dels Sorells, dando nombre a la actual población.

Pero este personaje no es el famoso mosén Sorell que da nombre a la plaza, sino que fue su sobrino, Bernat Martí Sorell, del que sabemos que participó en la guerra de Granada bajo el mando de los Reyes Católicos. Hay que decir que el título de Mossén en la edad media y en la Corona de Aragón, no era un cargo eclesiástico, sino que se refería a los nobles y caballeros de menor importancia, pero nuestro personaje, sin duda, y gracias a su riqueza ascendió en la escala social e hizo importantes reformas en su palacio y las obras se las encargó a Pere Compte, maestro de obras de la catedral en aquel momento.

Esta residencia palaciega pasaba por ser uno de los edificios más lujosos de la ciudad y del que conocemos al menos una de las salas gracias al cuadro de Vicente Poleró que se conserva en el museo de Bellas Artes de València, donde se aprecia un gran salón, con un magnífico artesonado de madera, grandes ventanales y puertas con escudos nobiliarios y elegantes tapices cubriendo las paredes. También se conservan algunos grabados que representan elementos arquitectónicos y decorativos.

El edificio permaneció en manos de la familia Sorell hasta que su último propietario, Vicente Sorell Despuig i Roca, que falleció en 1817, dejó instrucciones para que a su muerte se vendieran todos sus bienes y se donara el dinero a la iglesia para salvación de su alma. El palacio permaneció cerrado durante unos años, y en 1840 se tiene noticia de que parte del mismo está alquilado a una fábrica de hilados, y en 1854 se instaló en los principales salones el taller de litografía del grabador Antonio Pascual Abad y otras partes del palacio se alquilaron como viviendas.

En 1876 se instala también aquí el Ateneo Obrero, local muy frecuentado por la población donde se hacían espectáculos, obras de teatro, etc. Se sabe también que hubo una propuesta por parte de la Comisión Municipal de Patrimonio para que se comprara el edificio y se destinara a museo Arqueológico. Pero esta propuesta no prosperó.

Y así llegamos al fatídico sábado 16 de marzo de 1878 cuando a las 3 de la madrugada se avisó al sereno de que el edificio estaba en llamas y se avisó también a la brigada de bomberos. La noticia se propagó por toda la ciudad y allí acudieron el primer teniente de alcalde, el gobernador de la provincia, el gobernador militar, el arquitecto mayor y también el juez de primera instancia para iniciar las diligencias del sumario, además de numerosos vecinos y curiosos.

Los bomberos pudieron acceder al interior del edificio, pero los dos primeros que llegaron hasta el fuego cayeron asfixiados por el humo, pero pudieron recuperarse, y otros dos sufrieron contusiones. A las 7 de la mañana parecía que el incendio estaba controlado y se retiraban dejando sólo un retén con una bomba de agua, pero de pronto se volvió a avivar el fuego y llegó hasta los desvanes donde había instalados 100 telares para hacer sacos. Se pueden imaginar la magnitud que cogió el incendio entonces. Los bomberos ya no pudieron hacer mucho más por salvar el palacio y se centraron en evitar que el fuego se propagara a los edificios colindantes.

Del gran palacio solo quedaron en pie los muros y algunas portadas de piedra que resistieron el fuego pero que pronto fueron vendidas por su gran valor artístico y se las llevaron fuera de València. Pero aquí no acaba la historia, el edificio fue declarado en ruina y se propuso su demolición, aunque no todo el mundo estuvo de acuerdo. Había dos posturas contrapuestas: la primera, defendida por la Academia de San Carlos, que proponía la reconstrucción del palacio y la segunda, propuesta por el Ayuntamiento, que, viendo como había quedado el edificio, pensó que podía ser el momento para ampliar la pequeña plaza triangular que había y formar una plaza cuadrangular, de mayores dimensiones, ocupando la mayor parte del palacio. Hubo bastante jaleo sobre el precio a pagar pero finalmente se expropiaron los terrenos y se declaró la obra de ampliación como “de utilidad pública” por parte del rey Alfonso XII, dando la razón al Ayuntamiento. Y aquí estamos hoy ante la nueva plaza de Mosén Sorell y el mercado del mismo nombre. El que se conserva ahora se construyó en el año 1932.

Si quieren ver restos del palacio de Parcent tendrán que ir a París, al museo del Louvre, donde se conserva la portada que daba acceso a la capilla y que fue adquirida por 8.000 francos. Para ver la portada principal hay que viajar hasta Italia donde actualmente está recolocada en la fachada de la Galeria Parmegiani en Reggio Emilia y algo más cerca, en Manises, en el museo de Cerámica, se puede ver una portada interior más modesta.

Texto: Pepa Pascual

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Quique Lencina

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...

 

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