Los enemigos del sector del juguete: la baja natalidad y la falta de control sobre los productos que llegan de Asia

valencia

Este lunes circulaba la noticia del cierre de la planta de Playmobil en Onil, pero lo cierto, es que el cese de la producción se produjo en septiembre de 2023, a causa de la caída de las ventas. Y la división española de la compañía alemana mantiene la distribución logística para España y Portugal y los departamentos de marketing y ventas en la localidad alicantina. El caso es que esa información nos ha llevado a buscar la fotografía del sector y lo vamos a hacer con Marta Salmón, presidenta de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (Aefj), quien hace una radiografía de las jugueteras en España. "En términos médicos, digamos, que el sector tiene un pequeño catarro", argumento que sostiene tras un 2023 en el que cayó la facturación un 3%, mientras que el 2024 ha comenzado sin crecimiento reseñable.

En este sentido, Salmón asegura que "España es el único país de Europa que no ha recuperado las cifras prepandemia", seguramente lastrado por ser un país estacional, pues a diferencia de lo que ocurre en muchos países del entorno europeo, "los españoles solo compramos juguetes por Navidad".

El caso es que la multinacional que lleva la mencionada Playmobil apuesta por Baviera, Bulgaria y Malta, para la producción, mientras que el 50% de los juguetes se hace en China, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), lo que hace ver que los costes son poderosos enemigos. Aunque Salmón recuerda que los costes del mercado asiático llevan ya desde hace quince años provocando la competencia y que el verdadero problema es "que se ha reducido el consumo, por la baja natalidad, por lo que el sector se está reorientando hacia otros segementos". Apunta, en este sentido, que fábricas que no se hayan adaptado, son las que tienen serios problemas.

Y, ahora, aparece otro enemigo. La Comisión Europea. Y lo hace con la Directiva sobre Seguridad de los Juguetes que establece estándares detallados que los fabricantes deben cumplir para poder vender sus productos en el mercado europeo, unas medidas que se supone que pueden proporcionar una ventaja competitiva a los fabricantes europeos que cumplen con estas normas y permitirse promocionar la calidad y seguridad de sus productos, lo que consigue diferenciarlos de los competidores externos que no están sujetos a regulaciones tan estrictas. Pero lo cierto es que, como apunta la presidenta de Aefj, va a provocar innumerables problemas. "No estamos muy contentos, no solo en España, sino en toda Europa. Por supuesto que para nosotros, lo más importante son los niños, el valor educativo de los juguetes, la seguridad. Pero a la hora de legislar y controlar, y poner normas de sustancias, poner por poner, hace que los productos sean imposibles de fabricar y de pagar. Exigimos que la directiva sea para legislar. Ni siquiera habrá laboratorios capaces de detectar las sustancias que quieren incluir. Y el problema es el producto asiático que llega 'on line' sin ningún tipo de control a nuestros hogares. Europa es el más estricto del mundo pero al final, nosotros cumplimos, pero a la hora de alertas, suele salir un juguete que no cumple pero ninguno forma parte de asociaciones europeas, llegan sin pasar controles de aduanas y empresas que no tienen cara y ojos".