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La torre de San Bartolomé: el campanario huérfano (por César Guardeño)

Estamos a los pies de un campanario huérfano, porque está completamente solo

La València olvidada (08/05/2024)

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València

Si os fijáis bien, cuando paséis por la calle Serranos esquina con Concordia, no tiene ni iglesia ni campanas, y sin embargo, se sigue alzando majestuoso y destaca por encima de los tejados del barrio del Carmen. Estamos junto a la torre de San Bartolomé, pero la gente que pasa por aquí se queda atónita y sorprendida porque no queda ni rastro de su iglesia. Solo ve una manzana de edificios que nada tienen que ver con un templo católico ¿Sabéis por qué?

La desaparecida iglesia de San Bartolomé es, o más bien era, una de las más antiguas de la ciudad, al igual que las de San Martín, Santa Catalina, San Esteban, Del Salvador, San Nicolás, San Joan del Mercat, así como el resto de las parroquias fundacionales, muchas de las cuales se construyeron sobre antiguas mezquitas andalusíes, tal y como instituyó el Arzobispo tarraconense Don Pedro de Albalat, tras la conquista de Jaume I.

De hecho, tras la Conquista, el espacio ocupado seguramente por una pequeña mezquita, fue donado a los canónigos regulares del Santo Sepulcro y se dedicó a San Bartolomé, advocación con la cual figuró en el Llibre del Repartiment, añadiéndole posteriormente a San Miguel Arcángel, como segundo titular de la misma.

En el interior había una capilla dedicada a estos canónigos del Santo Sepulcro, debido a la repartición de casas que el rey Jaime I realizó entre las personas eclesiásticas y seculares que le habían acompañado en la Conquista y que se habían establecido aquí.

¿Y cómo era esta antigua parroquia? ¿Tenemos alguna descripción de ella? Pues sabemos, por ejemplo, que la primitiva parroquia tenía una única nave compuesta por tres tramos o crujías y una torre de campanas, todo hecho de piedra de sillería. Pero a pesar de la devoción que los valencianos tenían a esta parroquia y a la capilla del Santo Sepulcro, se decidió derribarla y levantar una nueva iglesia, que fue construida entre el año 1666 y el 1683.

Se reedificó entonces un nuevo templo con planta de cruz latina, cuatro tramos o crujías, tres puertas y una cúpula de media naranja en la intersección de los brazos. Estaba cubierta por bóveda de cañón con lunetos y ventanas. Una solución constructiva muy novedosa para la época y que se empleó más adelante en la iglesia de San Joan del Mercat, los Santos Juanes.

¿Y ese campanario que hoy podemos ver allí es el original?

Una parte sí. De hecho, se aprovechó parte de la fábrica de sillería original gótica. También sabemos que a finales del siglo XVII la antigua torre campanario medieval se había inclinado, sin duda a causa de los deslazamientos ocasionados por la construcción de la nueva iglesia. Fue necesaria la intervención del arquitecto más importante de la época, Juan Pérez Castiel, para que esta no colapsase.

Y ya partir del 5 de junio del año 1700, los canteros Domingo Laviesca y José de Miner, levantaran una parte de la nueva torre campanario. Unos canteros, por cierto, que participaron también en las obras de la puerta barroca o de los hierros de la Catedral de Valencia, amén de en las magníficas portadas de la iglesia de los Santos Juanes.

Entre septiembre 1702 y marzo 1703, se contrató con el obrer de vila Joseph Muñoz la realización del cuerpo de campanas y de un remate de dos cuerpos con cubierta piramidal. Parte de la cual ha desaparecido.

¿Qué pasó con esta iglesia. ¿Por qué la derribaron?

Sobre los motivos del derribo de esta iglesia hay mucha leyenda urbana e información incompleta que vincula su destrucción total y absoluta durante los primeros días de la Guerra Civil. Esto es entre el 18 y el 21 de julio de 1936, cuando se asaltaron muchas de las iglesias de la ciudad, se robó y expolió parte del patrimonio histórico artístico y se incendiaron algunos templos como la iglesia de los Santos Juanes, sufriendo éste daños muy importantes, al igual que la Catedral de València.

Pero este no es el caso. Sabemos que, una vez finalizada la guerra, el cura de la parroquia hizo un balance detallado de los daños sufridos.

Apunta, por ejemplo, a la pérdida, entre otros bienes, del órgano y del retablo con toda su imaginería. Y sabemos también de la presencia de un agujero en la bóveda y de humo en las paredes del incendio que quemó algunos de los retablos.

Aun así, en general la estructura del templo no había sido particularmente afectada y no era necesario su derribo.

Pero si la estructura de la iglesia se encontraba bien ¿por qué se derribó?

La Real Academia de San Carlos de Valencia sugirió al Arzobispado y al Ayuntamiento de València mantenerla en pie.

Pero el arzobispo de Valencia entre 1922 y 1945, el burgalés Prudencio Melo, necesitaba dinero para la construcción del Seminario de Moncada. Una obra que constaría, según la prensa de la época, la friolera de ochenta millones de pesetas.

Hubo una agría polémica entre Elías Tormo, historiador y crítico de arte, y el arzobispo, a raíz de esta decisión y de la escasa sensibilidad a la hora de conservar y mantener un edificio de gran valor patrimonial.

Al final, el Arzobispado vendió los terrenos de San Bartolomé y de otras parroquias “dañadas” al Ayuntamiento de Valencia, para que este los convirtiera en manzanas edificables, e inició su derribo a partir del año 1944.

Así que, de aquella iglesia del siglo XVII solo nos quedan las dos portadas laterales que se conservan hoy en día en la Escuela de Artes y Oficios de Burjassot y en la parroquia de San Marcelino Obispo. La fachada principal, en cambio, se ha perdido o está en paradero desconocido.

Y el campanario, que es lo único que queda, ¿por qué se salvó?

Si os fijáis con detalle en la parte superior de la torre campanario, podréis observar que también empezó a derribarse. Pero, afortunadamente, las protestas que realizaron conjuntamente la Real Academia de San Carlos y la Junta Diocesana para la reparación y construcción de los templos hicieron que, al final, el derribo afectase solo el remate.

Desapareció el copulín, que es la zona por la que se inició el derribo, y este nunca se volvió a reconstruir. Pero si queréis ver cómo era, podéis buscar fotografías antiguas donde se puede apreciar cómo era tanto la iglesia, como el campanario íntegro.

Y un último apunte: todavía sigue existiendo la Colegiata de San Bartolomé y San Miguel, pero en otro lugar de la ciudad. ¿Sabéis dónde? Pues en la esquina de la calle Duque de Calabria con la Avenida del Reino de Valencia. Un edificio construido entre 1964-1965 por los arquitectos Cayetano Borso di Carminati y Rafael Contel.

Texto: César Guardeño

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Quique Lencina

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...

 

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