Aquí hay para todos

Alcoy

Apenas falta nada para el inicio de la Trilogía y les aconsejo que aprovechen la ocasión para hacer un sencillo experimento sociológico. En los pequeños paréntesis que les dejen estas intensas jornadas festivas, hagan un esfuerzo de observación y analicen cómo encaran los alcoyanos los días grandes de su calendario anual. Rápidamente, llegarán a una conclusión clara e irrebatible: hay tantas formas de celebrar las Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy como habitantes tiene esta ciudad. 60.000 según el último censo.

Los jóvenes toman las Fiestas al asalto como si al año que viene las fueran a prohibir; los más mayores las disfrutan con parsimonia de veterano y buscan algún instante de magia que los conecte con los viejos buenos tiempos. Hay quien aborda los festejos como si fueran un auto sacramental lleno de rituales intocables y de momentos solemnes; otros por contra se limitan a disfrutar de las fiestas mayores de su pueblo con plenitud y sin dejar que la profusa literatura sobre tradiciones centenarias les corte el rollo. Existen sectores sibaritas, que consideran que más allá de la Primera Diana y la Procesión de la Reliquia todo es grandilocuencia y espectáculo vacío; frente a ellos aparecen los maratonianos del Programa Oficial, que viven tres días al borde del agotamiento para no perderse ni un acto. Tenemos miles de festeros que viven la Trilogía arropados por el entramado social de las filaes y también disponemos de una enorme multitud de mirons que viven la Fiesta por libre, jugando con soltura un difícil papel de espectadores activos. Y así sucesivamente, hasta alcanzar miles y miles de combinaciones.

Si algo nos demuestra la Historia es que le Fiesta de Alcoy es un espacio de libertad, un punto de encuentro y de diversión colectiva capaz de resistir hasta los más poderosos intentos de apropiación. Aunque siempre habrá tipos que crean que por un extraño designio divino les ha sido otorgada la propiedad intelectual de esta celebración popular, la realidad es que la Fiesta siempre acaba por abrirse camino. Aquí hay para todos.