El atraco al Banco Exterior de España
En 'La València Olvidada' recordamos el atraco al BEX ocurrido en 1932

La València Olvidada: "El atraco del Banco Exterior de España" (13/03/2024)
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València
¿Recuerdan la película Atraco a las tres, dirigida por José María Forqué en 1962? Pues hoy traemos la historia de un Atraco a las dos, sobre el robo de un banco que pasó en València justo 30 años después, en 1992.
En la esquina de la calle Poeta Querol con Pintor Sorolla, a las puertas del actual banco BBVA, es donde estaba la sede del desaparecido Banco Exterior de España (BEX), donde ocurrió uno de los atracos más sorprendentes y extraños que se han producido en València. En su día ya hablamos del asalto a la sucursal del Banco de España en València, por parte de los hermanos Seguí y de su banda. Un atraco digno de película que se vivió en la ciudad la noche del 17 de abril de 1871. Pero esta es otra historia de película
Contamos esta historia en plenas Fallas. Y la fecha no es casual, ya que este atraco se produjo el lunes 9 de marzo del año 1992, a pocos minutos de empezar la mascletà de las dos del mediodía. Por estas fechas, en el entorno de la plaza de l’Ajuntament había mucho ruido, mucha gente y mucha confusión… podría ser el momento perfecto para intentar atracar un banco.
Para saber más de este robo, hemos tenido que acudir a la hemeroteca y bucear por las noticias que los principales diarios nos contaron esos días. Las fuentes escritas nos cuentan que al menos dos hombres, que iban armados, robaron alrededor de 127 millones de pesetas, aunque se habla de una cantidad que oscilaría entre los 100 y los 150 millones de pesetas, en un golpe ejecutado con suma facilidad y en apenas diez minutos.
Los atracadores llevaron a cabo su robo de forma muy minuciosa y precisa, como si conocieran perfectamente cada rincón del interior del Banco Exterior de España. Desde luego, parece que lo tenían muy estudiado. Las versiones de los testigos coinciden en que entraron poco antes de las dos de la tarde por la puerta principal, recayente a la calle Poeta Querol, y lo hicieron como si fueran clientes del banco. Fueron directos a un ascensor que comunicaba todo el edificio desde la sala de recepción al público. Allí manipularon el cuadro del elevador y bajaron directamente al sótano, que es donde estaba la cámara acorzada. Lo más curioso es que en estos puntos concretos del banco no había ningún monitor de televisión, ni vídeo en la oficina, y todo ello, además, con la falta de vigilantes de seguridad en el edificio en el momento del asalto. Una situación que llevaban tiempo denunciando los delegados sindicales, sin que se hubieran puesto medidas para solventarlas.
Además, es importante señalar que los ladrones sabían perfectamente dónde estaba situada la caja fuerte, pues el sótano está fuera de la vista del público y conocían también perfectamente la forma de manipular el ascensor para bajar allí. Algo que solo lo sabían los empleados o las empresas de seguridad que llevaban allí el dinero. Estamos hablando pues de gente que trabajaba dentro del banco. Los dos asaltantes sabían perfectamente lo que hacían y lo que querían, ya que despreciaron la calderilla y fueron directamente a por dos sacas, para darse a la fuga con rapidez. Tenían muy claro lo que habían venido a buscar y la manera, rápida y sin dejar huella, de conseguirlo.
Fue un golpe sin ninguna resistencia y sin necesidad de pegar ni un solo tiro, como estamos acostumbrados a ver en las películas. Por lo tanto, afortunadamente, no tenemos que hablar de ninguna víctima. Ni heridos, ni fallecidos.
Los dos ladrones iban con el rostro descubierto y armados con dos pistolas o revólveres, según testimonios. Nada más entrar, obligaron al cajero a tenderse en el suelo y poco después redujeron a otros dos empleados que bajaron al sótano y a tres mujeres de la limpieza que estaban cambiándose de ropa en una habitación contigua. Una de las mujeres de la limpieza relató que uno de los atracadores le apuntó con la pistola en la cabeza y obligaron a todos los empleados allí presentes a tumbarse junto a la caja fuerte, mirando todos al suelo, para que de esta manera no pudieran verles las caras en ningún momento.
Y, a pesar de que uno de los dos atracadores estaba bastante nervioso, no agredieron a nadie. Lo único que hicieron, una vez se habían hecho con el botín, fue encerrar a los empleados que tenían retenidos en el sótano.
En cuanto a su descripción física, parece ser que nadie pudo ver claramente su rostro, pues no hay descripciones detalladas de sus caras. Solamente sabemos que eran dos hombres jóvenes y que uno de ellos era más alto que el otro y parece ser que era el que llevaba la voz cantante. El otro solo obedecía las órdenes. Otro de los testigos del robo fue un guarda de seguridad de la Cámara de Comercio, que está justo al lado de la sucursal. Y describe a uno de los sospechosos, indicando que iba bien vestido, trajeado, y que llevaba una saca de dinero. Por lo visto, se marchó caminando hasta doblar la esquina por la calle Miñana.
El otro sospechoso estaba enfundado en un mono azul, según el testimonio de los empleados del banco, pero este no fue visto por el guarda de seguridad de la Cámara de Comercio. Así que no sabemos si ambos salieron juntos del banco o si cada uno se fue por un camino diferente. Un atraco limpio y lo suficientemente rápido para que no le diera tiempo a intervenir a la policía.
Al principio hubo mucha confusión y se llegó a pensar que los atracadores podían seguir escondidos en el edificio. De hecho, la mayoría de empleados seguían en el interior, en las plantas superiores, sin atreverse a salir de sus escondites. El caos creció durante minutos, llegándose a pensar que había rehenes, sin saber si estos eran empleados o clientes, y que se estaba negociando con los atracadores. Se llegó incluso a especular con que el robo no hubiera llegado a consumarse y que los asaltantes terminaran saliendo esposados.
Sin embargo, a pesar del fuerte despliegue policial y de que toda la zona acordonada estaba a los pocos minutos, los atracadores pudieron escapar, seguramente entre la gente que venía de ver la mascletà. El helicóptero estuvo sobrevolando la zona durante varias horas sin poder localizarlos. Por eso, tal y como he comentado, los dos ladrones sabían perfectamente lo que hacían y el momento exacto en que lo hacían. El ruido de la mascletà y la avalancha de personas por todas las calles adyacentes al finalizar la misma, les dio la vía de escape perfecta. Un plan sin fisuras.
A fecha de hoy, no se sabe nada sobre ni sobre la identidad, ni sobre el paradero, ni sobre la forma en la que huyeron las dos personas que cometieron este asalto al Banco Exterior de España. Estamos ante lo que parece un atraco “perfecto” que sigue sin resolver y que deja muchas dudas y muchas preguntas, treinta y dos años después.
Texto: César Guardeño.

Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...