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El Valencia tiene la obligación de buscar fórmulas para atar a Baraja más allá de 2025

Tras conseguir la permanencia la temporada pasada, el Pipo ha llevado al grupo a otro nivel este año, construyendo un equipo con el que la afición se ilusiona e identifica

Rubén Baraja (archivo) / Biel Aliño (EFE)

Rubén Baraja (archivo)

València

Rubén Baraja tiene una temporada más de contrato. Es cierto. Como la tenían la mayoría de entrenadores que ha firmado Meriton en su historia reciente. Hay una diferencia, y debemos reconocérsela al director deportivo, Miguel Corona: en los dos años de Baraja no hay cláusulas de salida para pagarle menos dinero en caso de cese o ruptura de acuerdo a la conclusión de la primera temporada. También es verdad que el Pipo asumió un riesgo que nadie antes tuvo que afrontar: coger el equipo con serias posibilidades de bajar a Segunda. Por eso merece un trato diferente al resto. Por eso, y por todo lo que está logrando en la 23/24.

No se me ocurre un entrenador mejor para este Valencia de Meriton que Baraja. Las razones son infinitas. Pero allá van algunas de las que me parecen más significativas.

  1. RENDIMIENTO: En el inicio de la segunda vuelta, el Valencia es octavo con 29 puntos. A solo tres de la Real Sociedad, que ahora mismo se metería en Europa League. El equipo ha progresado. Gestiona mejor los partidos y es capaz de ser competitivo en escenarios como Vallecas o Cádiz, donde históricamente le ha costado ganar. El margen que tiene con el descenso a mediados de enero hace presagiar una segunda vuelta mucho más tranquila que la anterior. Y en la Copa, pese a las dificultades y a no tener una segunda unidad con poso y experiencia, ha logrado meterse en octavos. El equipo funciona.
  2. APUESTA VALIENTE POR LOS CHAVALES: Ninguno de sus predecesores en el cargo tuvo los redaños de atreverse a alinear a los más jóvenes. Baraja lo ha hecho y lo sigue haciendo. Javi Guerra, Diego López, Alberto Marí, Jesús Vázquez, Yarek, Mosquera, Otorbi… todos han crecido de la mano del Pipo en este Valencia de circunstancias. Tiene un enorme mérito que el tiempo ayudará a poner en valor. Seguro.
  3. IDENTIFICACIÓN Y CONEXIÓN CON LA AFICIÓN: Baraja conectó con la grada desde el minuto uno. Primero, por su condición de leyenda. Pero el Pipo ha sido mucho más que un “cromo” para los aficionados. Se atrevió a aceptar un reto mayúsculo como era la salvación y ahora ha construido un equipo del que la gente está orgullosa. Un equipo que corre, que compite, que trabaja, con mayoría de chavales de la casa. Eso hace que, sin abandonar la lucha por un club mejor en el que Lim desaparezca lo antes posible, Mestalla esté a muerte con el Valencia. Rubén Baraja es muy responsable de esa conexión que nació la temporada pasada y ha crecido esta.
  4. NO ES UN ENTRENADOR DE INCENDIOS: Por su carácter, por su forma de interpretar el momento… y por no perder el cargo dejando al club en manos de un entrenador quizá menos identificado con el Valencia, Rubén Baraja ha huido de forma estratégica de los incendios. Apretó con tacto en agosto después del Naranja… y hasta ahí. Nunca ha atravesado líneas rojas. En ese sentido, para el club supone un activo que proporciona estabilidad en una de las peores épocas en 104 años de historia. Está agradecido por la limpieza de vestuario del pasado verano. Pero sabe cómo sabemos todos que la plantilla con la que está compitiendo -y muy bien- el Valencia está a años luz de los mínimos exigibles a este club.
  5. ENTRENADOR DE PROYECTO: Si en Singapur alguien pensara en clave fútbol en algún momento, se daría cuenta de que, seguramente sin pretenderlo, se han encontrado con un verdadero entrenador de proyecto. Un entrenador para muchos años. Un Cholo Simeone, pero nuestro. Que ha tenido la comprensión de la grada en los malos momentos (por ejemplo, después de perder en el Bernabéu o Getafe) y que volvería a tenerla porque se la ha ganado. Como jugador y como entrenador. Un técnico que conoce los valores y los caminos que hicieron del Valencia un equipo campeón. Un tipo respetado en el vestuario al que, está demostrado, los jugadores (al menos jugadores de un perfil muy concreto, que es el perfil al que esté Valencia de mínimos de Lim puede aspirar) siguen.

No sería comprensible, ni lógico, ni prudente, ni responsable no hacer todo lo posible para atar a Baraja a largo plazo, más allá de junio de 2025, que es hasta dónde tiene firmado el Pipo. Conviene no perder de vista que, por muy valencianista que sea, que lo es, Rubén es técnico de élite. Y está creando una marca. Una marca de entrenador que apuesta y obtiene rendimiento de jugadores de la casa. Sin poner problemas a los presidentes. Y consiguiendo buenos resultados deportivos. Eso, en estos tiempos que corren, es un chollo para muchos clubes. MUCHOS.

A Baraja solo se le puede atar uniendo en una propuesta tres conceptos: reconocimiento, dinero y proyecto. Conociéndole un poco (ya son más de veinte años de convivencia -intermitente, pero convivencia- con él) intuyo que lo que más le preocupará es lo tercero. Un proyecto de verdad. Con posibilidad de mejorar, de crecer. Intentarlo al menos. El techo de rendimiento de este Valencia no está muy lejos de esa octava plaza que ahora mismo ocupa el equipo. No sería comprensible, ni lógico, ni prudente, ni responsable que el Valencia no hiciera nada para evitar que, más pronto que tarde, el Pipo sienta que va a ser imposible llevar al club de su alma más arriba de dónde ya lo tiene. Para eso, hay que moverse. Hoy mejor que mañana.

Rubén Baraja se lo ha ganado. Y la afición del Valencia, también.

Fran Guaita

Fran Guaita

Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia

 
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