Vergüenza de VAR en Butarque

Valenca

La herramienta tecnológica que venía a resolver las acciones flagrantes del fútbol y los errores claros y manifiestos no señalados por el árbitro principal, se ha transformado en un mecanismo de rearbitraje con una terrible disparidad de criterios que atenta contra la dinámica emocional de los equipos y desde la más absoluta impunidad.

Jon Ander González Esteban fue el árbitro de VAR designado por el Comité Técnico Arbitral para dirigir desde la sala multipantalla el partido que abría la decimoquinta jornada en Butarque.

Sus intervenciones fueron delirantes, al mismo tiempo que determinantes en la derrota del conjunto granota en casa del líder.

Una primera parte perfecta del equipo de Calleja, con un primer golazo de Pablo Martínez, se transformó en indignación cuando al filo del descanso otra falta ejecutada por el ‘10’ granota encontró en el segundo palo a Vezo que prolongó un pase al corazón del área pequeña para que Dani Gómez anotase el (0-2)

Sin embargo, González Esteban inicio su show particular, anulando el tanto por un posible fuera de juego de Postigo, que no intervenía en la acción pero que bajo su criterio interfería en la zona de influencia en la que supuestamente el central del Leganés podría haber defendido la acción sobre el capitán granota. Una flipada tan absurda como desternillante cada vez que ves la acción repetida en bucle.

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Además, esa jugada vino precedida de un posible penalti de Jorge Sáenz sobre Dani Gómez en el que se aprecia el contacto en el interior del área, pero González Esteban consideró que no hubo ‘newtons’ suficientes para llamar la atención de Villa Alvendiz, al que tampoco alertó cuando Capa empujó a Miguel tras evaluar en el pixelado de su monitor el resultado de la fuerza empleada sobre la masa y la aceleración del impulso. El penalti supuso el empate del Leganés.

Y para coronar una noche de despropósitos de González Esteban, nadie alcanza a entender porque no avisó al colegiado para que fuera a revisar la jugada del (2-1) que viene precedida de un clamoroso agarrón de Raba sobre el cuello Capa y que le permite ganar la posición en el remate del segundo gol y que hunde al Levante en lo anímico al no encontrar respuesta al disparate arbitral y que no tendrá ninguna consecuencia ni responsabilidad para el señor que perpetró un arbitraje caótico desde una sala de monitores ajena a lo que realmente ocurrió sobre el césped.