Hoy por Hoy Locos por ValenciaHoy por Hoy Locos por Valencia
Historia | Ocio y cultura

La calle Corona

En 'La València Olvidada', Rafa Ordaz cuenta la historia de la calle en la que se desarrolló la producción cerámica entre los siglos XVII y XVIII

En La València Olvidada Rafa Ordaz cuenta la historia de esta calle en la que se desarrolló la producción cerámica entre los siglos XVII y XVIII

En La València Olvidada Rafa Ordaz cuenta la historia de esta calle en la que se desarrolló la producción cerámica entre los siglos XVII y XVIII

08:54

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

València

Hoy nos ubicamos en la calle Corona, que transcurre desde la plaza de Mossén Sorell, nº 114 de Guillem de Castro, esquina a la Beneficència. Su denominación nada tiene que ver con la Corona del Rey, ni con la Casa Real. Su nombre deriva de la Coronación del Señor, a que estaba consagrado el convento que allí existió.

Antes de ser ampliado, el perímetro de las murallas se conoció este barrio como Arrabal de la Vilanova o Vilanova del Arrabal. La calle recibió además los nombres de Tints Majors y Portal dels Tints, ambos por la abundante presencia de tintorers y peraires en la zona que, aprovechando el curso de la acequia de Rovella, lavaban allí sus sedas y lanas; Corona, por el convento de su nombre; Beneficencia (1841-1844), por estar allí situado este centro caritativo; e incluso de la Pasionaria en el periodo de la Guerra Civil.

Centro de producción cerámica

No todos los azulejos se producían en Manises, en esta vía se desarrolló la producción cerámica entre los siglos XVII y XVIII. Una de las fábricas fue propiedad de Vicente Navarro, en 1755. El trazado de la calle estaba condicionado por el curso de la acequia que permaneció descubierta hasta el año 1778. Al ser tapada se configuró como vía ancha y espaciosa, ya que hasta ese momento, su tránsito presentaba dificultades por la presencia del canal, a pesar de que existían diferentes puentes de paso a uno y otro lado de la calle. A este problema vial había que añadir lo insalubre del lugar y su pestilencia, motivada por la frenética actividad de los tintorers concentrados en el lavado y tintado de sus productos.

Una cantarería y venta de artículos de barro cocido se hallaba inmediata al convento de la Corona. En la fachada del edificio nº 18 existió, hasta el s. XX, un panel de azulejos con la imagen de Sant Cristòfol procedente del gremio de los peraires. También se contaba con la presencia de alguna fábrica de paño y artículos de lana.

En 1845 es abierta otra fábrica de cerámica por Rafael González Valls. En el nº 31 se hallaba la Real Fábrica de Azulejos de San Carlos, de Pascual Roselló. En el último tercio del siglo todavía existía en el anterior edificio la citada fábrica a nombre de la viuda de Novella.

Un fabricante emblemático. En 1889, Severino Monzó se instala en una de las dos alfarerías existentes en la Corona donde también se encontraba la cacharrería de Vicente Belloch. Tres años después tenía siete operarios y se especializaba en la confección de piezas de barro destinadas al decorado de jardines y, sobre todo, conducciones de desagües, tubos cerámicos y otros elementos de construcción. La actividad fue seguida por su hijo, Serafín Monzó, su nieta, Pilar Monzó y, posteriormente, por Paco Tortosa, hijo de Pilar. Tal fue el prestigio de este obrador que existió una cerámica con la siguiente inscripción: El azulejo de Carlos III a la alfarería de la Corona.

Otros negocios

Siguiendo el antiguo carácter profesional de la calle, se veían instaladas dos tintorerías: en el nº 8, la Tintorería Francesa; en el nº 34 estuvo ubicado el Asilo del Marqués de Campo, fundado en 1863, y en el nº 36 se halla la Casa de Beneficència cuyos orígenes caritativos datan de 1826, edificio ahora convertido en el Centre Cultural La Bene. Incluso hubo un pequeño teatro, titulado de la Zarzuela, convertido en el quinto de los que entonces funcionaban en la ciudad.

A principios del s. XX, en el nº 8, se estableció la fábrica de lejía de Ramón Gómez, con sus marcas La Mariposa y La Lavandera. Florecían los establecimientos de todo tipo: El Casino de la Concentración Socialista, la academia de baile de Juan Gadea, la Capilla de la Iglesia Española Reformada, el Casino Republicano Autonomista del distrito de la Misericòrdia, que también tenía escuela para niños, la mítica bodega de Santiago Momparler esquina a Mossén Sorell, la popular la fábrica de guitarras de Pascual Roch, hasta en un entresuelo se hallaba la academia de canto del maestro Andrés Romero, por donde pasaron grandes artistas.

En 1957 se erige la parroquia de La Milagrosa sobre la iglesia del antiguo edificio benefactor del marqués de Campo.

Más modernamente vemos establecimientos como el Bar Corona, el casal de la falla Mossén Sorell-Corona, titulado L’Esclafit, donde se puede ver un panel cerámico conmemorando su centenario (1876-1976), o el Bar la Manola. Una librería de culto es la de Ramón Llull.

Sorprendentemente, han permanecido varios edificios procedentes del s. XVIII. Recientemente, tras diversas reformas producidas en los edificios para ser acondicionados y utilizados como locales de ocio, se han puesto al descubierto algunos elementos interesantes de su carácter arquitectónico, apareciendo muros, arcos de medio punto e, incluso, paredes formadas por piedras de sillería que durante tiempo estuvieron ocultos, lo que da a la calle una cierta importancia y reafirma su antigüedad.

TEXTO: RAFA SOLAZ

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00