Lerroux y Rita Barberà
El político republicano Alejandro Lerroux gozó de gran predicamento en la València de los años 30, hasta tal punto que su nombre fue rotulado en una de sus avenidas. Pero, tiempo después, se vio salpicado por diversos casos de corrupción y fue borrado del nomenclátor
Callejeando (25/09/2023)
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València
La Comisión de Cultura del Ayuntamiento de València aprobó la semana pasada nombrar a Rita Barberá Alcaldesa Honoraria de la ciudad, y, a su vez, rendirle homenaje dando su nombre al conocido hasta ahora como puente de las Flores. Una denominación que vuelve a dividir al hemiciclo entre partidarios -PP y VOX-, que consideran muy merecido este reconocimiento a la que fue durante más de 20 años primera edil del consistorio valenciano, y detractores -PSOE y Compromís-, que alegan los casos de corrupción en los que todavía está envuelta la familia de la exalcaldesa. Un desencuentro, que por otro lado no es nuevo entre la clase política.
Desde el siglo XIX, cuando empezó a instrumentalizarse el espacio público por parte de los distintos regímenes, las disputas ideológicas por la confección del callejero han sido una tónica habitual en los debates municipales. Sonadas fueron, por ejemplo, las discusiones entre concejales blasquistas y conservadores durante el primer tercio del siglo XX por imponer este u otro nombre en los lugares preeminentes de la ciudad. Y un caso parecido al de Rita Barberá, salvando las distancias, surgió en aquella época, con el político Alejandro Lerroux como protagonista.
Poco después de haberse proclamado la República, el alcalde de la ciudad, Vicente Alfaro, a petición de un vecino de Campanar, aprobó introducir diversos cambios de nombre en las calles de aquel poblado para adaptarlas al nuevo régimen: Blasco Ibáñez, Azzati, Galán y García Hernández, etc. Y para el tramo diagonal del camino de Tránsitos, entre el camino de Burjassot y el río, propuso el nombre de avenida de Don Alejandro Lerroux, en homenaje al que en ese momento era jefe del Partido Republicano Radical y diputado en las Cortes por nuestra ciudad, donde tenía un gran predicamento. Lerroux llegó a ser presidente del Consejo de ministros en varias ocasiones durante la Segunda República, pero su polémica carrera política se vio salpicada en 1935 por los escándalos de corrupción del Estraperlo y de Nombela.
El político cordobés gozaba de una gran popularidad entre el colectivo republicano valenciano, que abarrotaba sus mítines y veía en él al adalid del espíritu democrático, pero sus actuaciones deshonestas al frente del gobierno acabaron por dilapidar su credibilidad y su carrera. En ese momento, la Comisión de Estadística del Ayuntamiento de València, considerando la gestión de Lerroux “contraria a la que necesitaba la República para consolidar su estabilidad”, y añadiendo que “el pueblo, que tenía gran fe en su tacto político, triste es confesarlo, pero lo ha perdido”, propuso retirar su nombre del callejero, pasando a denominarse como avenida de Campanar la conocida como avenida de Alejandro Lerroux.
Pero más allá de la conveniencia y los merecimientos, de las similitudes entre Lerroux y el Estraperlo y Rita Barberá y el caso Azud, lo cierto es que decenas de alcaldes de todas las épocas -excepto del franquismo y la democrática actual- dan nombre a otras tantas calles de la ciudad. Lo que no es tan habitual es que sea un puente el que reciba como denominación el nombre propio de un personaje relevante.
El último alcalde en llegar al nomenclátor callejero ha sido Vicente Marco Miranda, alcalde de València en 1931, que desde 2019 da nombre a una calle del barrio de Malilla. Poco antes, la misma Rita Barberá rotuló una calle en honor a Juan Artal, que fue alcalde de València en 1923, coincidiendo con la coronación de la Virgen. Y, antes que ellos, nombres como Cano Coloma, Gisbert Rico, Domingo Torres, General Avilés, Luis Oliag, Albors, José Maestre, Gurrea, Reig, Martínez Aloy, Sanchis Bergón o el Conde de Salvatierra, entro otros, han dado nombre a plazas y calles de la ciudad, habiendo ostentado el cargo de primer edil.
En cuanto a los puentes, ninguno de ellos -de los 18 existentes en València- hace referencia a personalidad alguna. Los cuatro históricos, construidos entre los siglos XV y XVII, mantienen su denominación original: Trinidad, Serranos, Mar y San José. El puente de la Trinidad - el más antiguo- y el de San José tomaron el nombre de los cercanos monasterios homónimos, mientras que el de Serranos y Mar, por ser los accesos respectivos desde la serranía y el mar.
Los siguientes en construirse, ya durante el primer tercio del siglo XX, fueron los puentes de Aragón y de Astilleros, precisamente los únicos que en un principio sí que estaban dedicados a personalidades del momento. La construcción del puente de Aragón se inició en 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera, y por ello recibió inicialmente el nombre de Puente de Primo de Rivera. Pero su finalización se demoró siete años, y ya en 1933, en plena República, fue bautizado oficialmente como puente de Aragón por estar junto a la estación homónima. Algo parecido pasó con el puente de Astilleros, proyectado en 1928 como puente Príncipe de Asturias -tal y como todavía se puede apreciar con las siglas P.A. en la decoración de las pilastras-, pero inaugurado en 1931 como puente de Astilleros.
Luego llegaron los puentes de Campanar (1937), Ángel Custodio (1948), Ademuz o Glorias Valencianas (1963), Nou d’Octubre (1989), de la Exposició- Calatrava o Peineta- (1995), de les Arts (1998), del Reino -puente de Francia o de las Gárgolas (1999), de les Flors (2002), de Monteolivete -Ciutat de les Ciències- (2007), l’Assut de l’Or -conocido popularmente como jamonero y que en un principio iba a ser denominado como puente de la Fórmula 1- (2008), y finalmente el Pont de Fusta (2012).
En total 18 puentes, cuyas denominaciones se refieren en gran medida a los barrios que unen -Campanar, Ademuz, Monteolivete, Exposición…- o a elementos que caracterizan su construcción, como el puente de las Flores o el de Madera. El de Rita Barberá sería, por tanto, el primer puente dedicado a un personaje tras los fallidos de Primo de Rivera y del Príncipe de Asturias hace ahora casi un siglo.