La casa de las arrepentidas
En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia de este edificio en el que se destinaba a las "dones de penitència"
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En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia de este edificio en el que se destinaba a las "dones de penitència"
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València
Nos ubicamos a las puertas del Teatro Olympia para que conozcáis la historia de la conocida como la Casa de las Arrepentidas o “Repenides”. Un lugar que estaba destinado a les “dones de penitència”, mujeres con un pasado nada honorable y donde iban a purgar sus pecados, que principalmente eran de índole carnal.
Esta casa de las Arrepentidas surge a partir de la iniciativa y de la petición de Na Soriana, una mujer penitente de la tercera regla de San Francisco, al Consell General de València, con el objetivo de que se edificara una casa en la ciudad para les “fembres peccadrius” y que así, con la ayuda de Dios, las sacara del pecado. El 13 de mayo de 1345 queda aprobado su proyecto y se dotó de 500 sueldos para llevarlo a cabo.
La idea es que esta casa sirviera para corregir y para convertir a las mujeres públicas del burdel de Valencia, apartándolas de sus dedicación impura y carnal durante estas fechas tan señaladas como la Semana Santa, y conseguir mediante los sermones que les daban su conversión y arrepentimiento.
Se llegó a dotar con fondos públicos a las mujeres que, una vez arrepentidas y habiendo abandonado el ejercicio de la prostitución, contraía matrimonio. De esta manera, el Consell Municipal les otorgaba una dote de 10 libras que se entregaba sólo cuando los matrimonios fueran ya efectivos. También se les incentivaba mediante el anuncio del libramiento de las deudas pendientes con los hostaleros en donde hubiesen trabajado.
No sólo mujeres prostituidas
Parece ser que, en algún momento y tal y como se hizo en algunos conventos como el de las Magadalenas, algunos maridos, padres o hermanos, la llegaron a utilizar para ingresar a mujeres de las que dependían la salvación de su honor, como medida cautelar por la ausencia en el hogar de una figura masculina, o como castigo y represión por conductas inapropiadas o desviadas de la moral cristiana. En resumen: problemas conyugales, adulterio, etc.
También se ha podido comprobar que esta casa tenía un carácter benéfico al dar cobijo a las niñas huérfanas, encargándose de colocar a algunas de las jóvenes como sirvientas después de pasar allí un periodo de internamiento.
A lo largo de mediados del siglo XIV se fueron aprobando una serie de privilegios reales y de ordenanzas que pasaron a regir y a controlar los aspectos de orden interno y la disciplina, así como el funcionamiento del día a día.
El 5 de marzo de 1362 quedó establecido que serían els Jurats, el Justicia y el Consell de la ciudad los patrones de la institución, con dos prohombres que tomarían nota y administrarían todas las limosnas que se recaudasen para su mantenimiento. La recaudación se llevaría a cabo a través de 6 u 8 prohombres a través de las parroquias, nominados por els Jurats.
El 7 de agosto de 1369 se aprueban las normas sobre orden interno y disciplina, así como de jurisdicción sobre las mujeres y sus familiares y control de los bienes de las mujeres que muriesen durante su estancia en la casa.
Sobre estas normas, que en ocasiones eran muy estrictas, cabe indicar que, una vez que la mujer permanecía un tiempo allí recluida, no le estaba permitido la vuelta al “pecado”, fuera de forma pública, en el burdel, o de manera privada, pues se consideraba una injuria a Dios y a la ciudad. Las mujeres que incumplían estas normas, podían ser condenadas a penas de azotes o al exilio.
Y si antes señalábamos que el primer objetivo fue apartar a las prostitutas de su oficio en fechas tan señaladas como la Semana Santa, es importante señalar que esta norma se extendió al resto de fechas importantes del calendario católico: Natividad, jubileos, Inmaculada Concepción, santos patrones, etc. Esta cuestión molestaba y no era del agrado de les fembres peccadrius y muchas optaban por esquivarla, escapando del control del Justicia Criminal cuando iba a buscarlas al burdel para llevarlas a la Casa de les Repenides. Las que huían, se exponían a posteriori a una sanción por parte del Consell Municipal.
El papel de la Iglesia
La presencia de iglesia en la Casa de las Arrepentidas era muy importante. De hecho, el edificio contaba con una capilla bajo la advocación de Santa María Magdalena y Santa María Egipciaca, que fueron dos modelos de santidad procedentes del grupo de la tradición de mujeres arrepentidas de otras regiones del mundo cristiano.
El Arzobispo de Valencia, Juan de Ribera, en consonancia con lo señalado con la caridad y la condición de la mujer en la Contrarreforma, añadirá un nuevo matiz en relación con esta casa, ofreciéndoles a estas mujeres la posibilidad de conversión abrazando una nueva vida consagrándose a Dios. Una alternativa digna a la virginidad o al matrimonio.
La consecuencia de esto es que la Casa de las Arrepentidas se convertirá a principios del siglo XVII en el Convento de San Gregorio. Se acordó que la Casa y su iglesia se pusieran bajo la advocación de San Gregorio Magno. Se firmaron capitulaciones recibiendo en acto público entre el clero de la parroquia de San Martín, que era la demarcación eclesiástica de la ciudad a la que pertenecía la casa, y el Síndico de la ciudad de Valencia. Las primeras constituciones del ya denominado Convento de San Gregorio, fueron firmadas ante notario el 20 de mayo de 1601.
¿Cuándo desapareció el conjunto de edificios del Convento de San Gregorio y la Casa de las Arrepentidas?
La primera mitad del siglo XIX fue el principio del fin del patronazgo municipal de la Casa de las Arrepentidas. El Ayuntamiento de Valencia vio en la iniciativa privada una oportunidad de desentenderse de una institución que llevaban ya cinco siglos bajo el paraguas del consistorio. De esta manera, se le propuso al alcalde que cediera San Gregorio a la vizcondesa de Corbalán, que fue beatificada y canonizada como Santa María Micalea, que era la presidenta y fundadora de la Congregación de Señoras del Santísimo Sacramento, llamadas también Adoratrices. La escritura de cesión fue otorgada por el Ayuntamiento de Valencia el 10 de julio de 1858.
El derribo y la desaparición del Convento de San Gregorio se aprobó en el año 1911 y se hizo efectivo dos años después, en 1913. El 1 de noviembre de 1911 las diecinueve religiosas que quedaban en el convento de San Gregorio fueron trasladas, provisionalmente, al nuevo local situado en la calle del Palomar.
Y sobre su solar, que ocupa hoy en día la manzana existente entre las calles de San Vicent, de les Garrigues, Músico Peydro (Cesterías) y del Maestro Clavé, se proyectó construir una manzana de casas “modernas” y un teatro que sería bautizado con el nombre de Olympia.
TEXTO: CÉSAR GUARDEÑO