El Teatre Escalante de València entra en la 'lista roja' del patrimonio por su estado de "ruina y abandono"
Las Pechinas de la iglesia del Convento del Carmen y el molino de la Roqueta de Vila-real han entrado también en la 'lista roja' del patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra
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Teatre Escalante / Diputación de Valencia
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València
El Teatre Escalante de València, las Pechinas de la iglesia del Convento del Carmen y el molino de la Roqueta de Vila-real (Castellón) han entrado en la 'lista roja' del patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra. Se trata de tres elementos arquitectónicos distantes en el tiempo y "muy diferentes entre sí", pero que les une su estado de "ruina y abandono".
El listado de Hispania Nostra recoge más de 1.200 monumentos a nivel nacional que se encuentran sometidos a riesgo de "desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores", según indica la asociación en un comunicado.
El Teatre Escalante de València, pese a tratarse de un Bien de Relevancia Local (BRL), presenta "problemas estructurales graves", según Hispania Nostra, por lo que ha cerrado su acceso al público. Está situado en un palacio tardorenacentista, adaptado en el año 1920, cuando obtiene su apariencia actual. Algunas viviendas contiguas al palacio fueron anexionadas, lo que le da su "curiosa" distribución.
Forma parte de un proyecto lúdico y educativo creado en 1985 por la Diputación de Valencia para potenciar el teatro entre los niños. Debe su nombre al dramaturgo Eduardo Escalante. En 1995 pasa a ser el Centro Teatral Escalante y en octubre de 2017, debido a los problemas estructurales del edificio, "se abandona".
Tiene elementos modernistas propios de la época en la que se construye y destacan las guirnaldas que adornan los palcos y la boca del escenario. La fachada conserva una entrada con dintel de piedra y escudo heráldico de la familia de los barones de Cortes y Ruaya, sus primeros propietarios. El patio central, por su parte, se sustenta en dos arcos rebajados.
Actualmente se conservan un arco y una columna originales en el piso superior, así como una pequeña capilla. El patio era la entrada de carruajes y las caballerizas estaban situadas en lo que hoy es el patio de butacas. Destacan, asimismo, los colores "llamativos" que recubren la sala y las columnas de hierro visto procedentes de un barco hundido en la guerra del 1914-1918.
Pechinas
Por su lado, en cuanto a las pechinas de la iglesia del Convento del Carmen de Vila-real (Castellón), la orden carmelita fue la primera propietaria del convento desde su fundación en 1592 hasta la época de la exclaustración. Más tarde se compró el edificio y fue cedido a la orden franciscana, actual propietaria.
Las pinturas murales de las pechinas del templo, realizadas al fresco, representan diversos episodios relacionados con la orden carmelita. En sus pechinas de diseño triangular se representan la aparición de Jesús a Santa Teresa, la transverberación, San José con el niño y la ascensión al cielo de San Elías. Han sido atribuidas por Joan Damià Bautista a Vicente Gosalbo y "probablemente" se hicieron entre 1660 y 1680, una vez terminada la iglesia.
El templo es obra del arquitecto Joan Ibáñez, quien dejó su impronta en diversas construcciones de Vila-real, Castellón, Nules y Tortosa. Las pinturas de las pechinas, según remarca la asociación, "no gozan de ninguna protección legal específica" y su estado de conservación es "muy deficiente". Además, el colectivo indica que se han perdido por desprendimiento diversas zonas de pintura y el resto corre "el mismo peligro de desaparición definitiva".
Molino de la Roqueta
Finalmente, el Molino de la Roqueta de Vila-real, es un molino harinero medieval cuyo origen se remonta a 1360. Aparece en el primer padrón de Riqueza que data del siglo XIV, que menciona los molinos de este tipo en la zona, bajo el nombre de 'Pegueroles', haciendo mención a su entonces propietario, ubicado en la Séquia major en la Partida Carinyena (Major Jussana). En 1525, cambia su nombre por 'de la Roqueta', su denominación actual.
Es un edificio de planta rectangular con un porche de arco rebajado hecho de sillares en la fachada, con tejados a doble vertiente de tejas árabes sobre vigas de madera. En el interior destacan algunos arcos ojivales de sillería que darían paso al antiguo patio, con el objeto de facilitar la carga y descarga de productos. Su estado de conservación es "muy defectuoso", según Hispania Nostra, que apunta que los daños por abandono se observan "por toda la superficie" del inmueble.