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El Castell de l’Olla, una fiesta por y para los amigos que ilumina el Mediterráneo

El mayor evento piroacuático de España volverá a su cita en Altea el próximo día 12 de agosto

El Castell de l’Olla, una fiesta por y para los amigos que ilumina el Mediterráneo

El Castell de l’Olla, una fiesta por y para los amigos que ilumina el Mediterráneo

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Altea

El primer viernes del mes de julio es una fecha señalada en el calendario de muchos alteanos y residentes de otros pueblos de la Marina Baixa e, incluso, de más allá. Ese día, algo más de un centenar de personas sabe que no tiene que hacer planes y que, a ser posible, debe despejar su agenda laboral para poder disfrutar de una ‘dinà’ que desde hace casi década y media ofrece en su casa “y para los amigos” José Pérez Gorgoll, al que en la Villa Blanca todos conocen por su apodo, ‘Picarraco’.

El primer viernes del mes de julio, el presidente de la Cofradía del Castell de l’Olla celebra muchas cosas. Celebra, por ejemplo, el inicio de la cuenta atrás final para el disparo de una nueva edición -este año será la 35ª- del mayor espectáculo piroacuático del Mediterráneo. Celebra, que no es poco, la presentación oficial de los elegidos para elaborar el cartel anunciador y el texto-pregón del Castell.

El primer viernes de julio, sobre todo, celebra, y esto es lo más importante, la vida. Porque una vez, hace casi, y de aquello hace en este 2023 justo 15 años, casi pierde la vida por culpa de aquello que le da buena parte de la misma: el Castell.

En ese sentido, José Pérez Gorgoll es casi un torero. Uno de esos que tiene marcada la cornada que una tarde le quiso dar un toro y que, a la vez que casi le siega la propia existencia, acaba convertida en la cicatriz que le ata a este mundo cada vez más efímero, pero con la sabiduría del que sabe que debe disfrutar cada segundo como si fuera el último, porque podría serlo.

Emoción incontenible

Y cada primer viernes del mes de julio, los asistentes a esa ‘dinà’ esperan el momento más emotivo del día. Ese en el que Nico Bugueda, ‘Nicu’ (esta historia la contaremos en otro momento), coge el micrófono y, conociendo a ‘Pica’ como le conoce, toca la fibra necesaria para que las primeras palabras de su discurso le provoquen las emotivas lágrimas tras la que, entonces sí, todos rompen en aplausos y se da por iniciada esa edición del Castell de l’Olla.

Lágrimas que, desde la edición de 2022, la primera en la que no estuvo con todos los demás cofrades, es incapaz de contener el presidente cuando le nombran al hacedor de todo y, sobre todo, su gran amigo: José Ángel Navarro o, como todo el mundo le conocía, Pepe ‘Barranquí’. Ahora, sus hijos Vicente y Pepa han entrado a formar parte de la Cofradía. Ella, además, acaba de ser madre hace menos de un año. ¿Va a debutar la tercera generación este mismo año en el Castell? “Por supuesto que sí”, asegura.

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A ‘Picarraco’ no le gusta hablar de lo mal que lo pasó en 2008, pero, afable como es, vuelve a explicarlo una vez más. “Fue un accidente que sucedió cuando montábamos las plataformas. Se trata de olvidarlo, pero no paráis de recordármelo. El buen recuerdo es seguir aquí y celebrándolo. Estuve hablando con San Pedro y me dijo ‘¿tú qué haces aquí? Vuelve’”, dice entre risas.

Por eso, “el sentido de esa ‘dinà’ es que al mes y medio del accidente, estaba en casa en la cama y un grupo de los cofrades vino con una bandeta de música. Soy muy festero y un fanático de las bandas festeras. Me bajaron al restaurante ‘El Cranc’ y cenamos allí. Uno de ellos me dijo: ‘esta la pagamos nosotros y la próxima la pagarás tú’. Y así, en 2009, comenzó esta tradición”.

Una de las grandes sorpresas que en aquel ya lejano convite se relevó fue, precisamente, el nombre del cartelista elegido para la 35ª edición del espectáculo. En esta ocasión, esa labor recayó en Miguel Calatayud, un viejo conocido que, explica Pérez Gorgoll, “ya estuvo en los siete primeros años del Castell de l’Olla y sabemos que es un gran profesional”.

El presidente de la Cofradía subraya que “cuando hablamos de un cartel no debemos olvidar que lo que buscamos es anunciar algo. No se trata de una pintura. En ese sentido, Miguel es un acierto. Durante los primeros siete años hizo unos carteles preciosos con unos colores y una gran identificación con el barrio y con la illeta”, algo que, sin duda, se ha repetido este año.

Una fiesta de amigos

Un evento tan grande y que mueve a una cantidad tan ingente de personas y recursos como es el Castell de l’Olla podría, fácilmente, haber perdido su carácter de fiesta de barrio hecha por y para amigos, pero José Pérez Gorgoll y el resto de los cofrades se han encargado de que eso no suceda. “Sin esa colaboración y esos amigos del Castell, no tendría el valor que tiene”, explica.

En ese sentido, añade que “se puede contratar a una empresa, acordar un precio y gastar un dinero; pero le quitaría el sabor de esa amistad y esa colaboración. Porque eso lo ves en todo el mundo, incluidos vosotros, los medios de comunicación, que siempre nos tratáis con mucho mimo y cariño”.

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Y todo, conviene no olvidarlo, porque el Castell de l’Olla “forma parte de las fiestas del barrio. Todo esto se hace en conmemoración de las fiestas de San Lorenzo, que son las del barrio de La Olla”. Y de ahí, vienen sus orígenes humildes, cuando un pirotécnico que vivía en esa zona “tiraba un castillo usando los restos que había guardado de otros eventos”.

Poco a poco, todo aquello fue creciendo y llegó un momento en el que “al ir aumentando los kilos de pólvora, el pequeño espacio que teníamos en la playa ya no daba la distancia mínima con las casas, por lo que nos tuvimos que inventar las plataformas” con las que llevar la pólvora al mar.

Más de 1.500 kilos de pólvora

Casi cuatro décadas después del primer disparo (han pasado 37 años, pero sólo 35 ediciones a causa del parón pandémico), José Pérez Gorgoll explica que hoy en día el Castell de l’Olla está compuesto por “algo más de 1.500 kilos de pólvora. Es uno de los espectáculos con más kilos de toda la Comunitat Valenciana”.

Este año, y por primera vez en la historia, el responsable de disparar el Castell de l’Olla será la pirotecnia Vulcano y, aunque no quiere desvelar absolutamente nada de lo que se verá el día 12 de agosto, ‘Picarraco’ asegura que “el pirotécnico ha prometido que habrá sorpresas”.

Entre los nuevos cofrades que inician su andadura al frente de las fiestas este año están Vicente y Pepa Navarro, hijos de Barranquí. Al hablar sobre los motivos que les han llevado a dar ese paso tan importante y de tantísimo valor simbólico, Pepa explica que “el año pasado, tras fallecer mi padre, le hicieron un homenaje precioso y cuando pasó el Castell nos dieron la sorpresa de anunciarnos a mi hermano y a mí que somos cofrades y la verdad es que estamos muy contentos por ello”.

Y todo, reconoce, porque “de una manera u otra, nosotros siempre hemos estado ahí y ahora estamos felices y encantados”. Mientras dice estas palabras, a su lado, José Pérez Gorgoll no puede evitar, como siempre que se habla del amigo que ya no está, volver a emocionarse, pero las lágrimas no son capaces de ocultar el profundo orgullo y cariño que siente al mirar a Pepa.

Una vida en el Castell

Todo, en un año muy especial que está haciendo de esta experiencia algo todavía más especial para ella porque “acabo de ser mamá hace poco y eso ha hecho que no me pueda volcar mucho. Pese a ello, insisto en que estoy muy orgullosa porque es una fiesta en la que he estado involucrada desde que nací y estoy muy contenta de poder aportar parte de la ayuda que se necesita, que es mucha”.

Consciente de que, poco a poco, irá asumiendo más y más responsabilidad y labores en esa cofradía de la que acaba de entrar a formar parte, Pepa recuerda que para disparar el Castell de l’Olla “hay muchísimo trabajo detrás del que la gente no es muy consciente”.

¿Ha comenzado a prepararse ya el relevo generacional al frente del Castell de l’Olla? Pepa sonríe y pisa el freno: “creo que les queda mucha guerra por dar. Poco a poco, las cosas se irán dando”. José Pérez Gorgoll sigue dispuesto a tirar del carro, pero también dice que “ya hay algunas cosas físicas a las que ya no llegamos, así que esas nuevas generaciones tienen que venir”.

Y para ese día 12 de agosto cuando, a medianoche, se disparé la 35ª edición del Castell, el presidente de la cofradía tiene una recomendación especial: “venir con tiempo y no marcharse rápidamente. Hay que disfrutar y pasar un buen rato”.

 
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