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El testimonio de los olvidados de la calle: "Hasta que mi marido no cobre la pensión no tenemos dónde dormir"

Más de 500 personas pasan en un año por uno de los centros de recepción de Castelló solicitando comida y techo

Albergue para personas sin hogar. / David Zorrakino - Europa Press - Archivo EUROPA PRESS

Castelló

No es necesario esforzarse en exceso para encontrar pobreza al cruzar la calle. Realmente, no es necesario, ni si quiera, salir de casa. Aunque algunos no lo crean, no poder comer pescado varias veces por semana, no poder ir al dentista o privarse de cualquier actividad ociosa también lo son.

Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha atendido el último año 2022 a 29.561 personas en los diferentes servicios que presta, un 16% más que en 2021. Entre las conclusiones de su memoria anual, figuran que el empleo es un mecanismo inclusivo necesario, pero no suficiente y que la vivienda es uno de los elementos centrales que determinan las condiciones de vida de las familias.

Según ha podido saber Radio Castellón, en el Centro de Recepción Mare de Déu del Lledó, que cuenta con 39 plazas, aunque en invierno se suman 20 más, se atendieron 511 personas, un poco menos que en 2021, que fueron 549. Han sido menos atenciones, aunque no de menor intensidad, puesto que los procesos de atención, aseguran desde la entidad, "han sido más largos".

La historia de Manuela y Rosana

Manuela tiene 51 años, es de Vinaròs y lleva dos semanas en el Centro de Acogida de Cáritas en Castelló, ubicado en la Avenida Riu Sec, junto a su marido de 69 años, ya jubilado, su hijo y su nuera, Rosana.

A las puertas de este centro relata que todo comenzó cuando tuvieron que abandonar su domicilio por la enfermedad de su hijo, que padece un trastorno bipolar agresivo. Cuenta que con la pensión de su marido y el trabajo de su nuera, no alcanzan los 1.000 euros al mes entre los cuatro, pocos ceros para tres, cuatro o cinco meses de fianza para alquilar un piso en la ciudad.

Manuela, mujer de 51 años sin hogar, sobre la situación de su familia.

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Rosana, de 27 años y auxiliar de enfermería, nació en Rumanía y lleva 20 años en España. En declaraciones a Radio Castellón explica que cuando falleció su madre fue captada por bandas de proxenetismo y drogas, hasta que la policía le ayudó a salir. Tiene un contrato temporal y reducido y no ve a corto plazo poder acceder a una vivienda en Castelló.

Rosana, joven de 27 años sin hogar, sobre su situación.

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Más hombres que mujeres y cada vez más jóvenes

Minerva Saura, coordinadora de Inclusión de Cáritas en Castellón, explica que "aunque el perfil de estos ciudadanos es muy heterogéneo, cada vez hay personas más jóvenes, factor muy vinculado con la inmigración: personas muy jóvenes que llegan de otros países, sobre todo varones, de entre 19 y 24 años y que, si en algún momento han formado parte del sistema de protección, han quedado desprotegidos o, directamente, nunca han llegado a estarlo".

Aunque son perfiles diferentes, concreta que "lo que comparten todos los ciudadanos es que tienen vulnerado su derecho a la vivienda".

Minerva Saura, Coordinadora de Inlusión en Cáritas, sobre el perfil de las personas sin hogar.

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¿Cómo salir de ahí?

Saura asegura que cuando estos ciudadanos reciben el apoyo, el tiempo necesario y las oportunidades para poder reorganizar su vida para acceder a unos derechos que les han sido vulnerados, pueden llegar a una inclusión con toda normalidad, sólo necesitan apoyo institucional. Empezando, por ejemplo, por el acceso al padrón.

De hecho, según la normativa, si los servicios sociales están informados de la ubicación de las personas sin hogar, aun no teniendo vivienda, dicho individuo puede empadronarse. No obstante, Saura asegura que "todavía hay aplicaciones restrictivas de la normativa".

Minerva Saura, coordinadora de Inclusión en Cáritas, sobre la utilidad del padrón municipal para la inclusión y evolución de las personas sin hogar.

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La coordinadora de inclusión de la entidad cifra en 131 las personas con las que, mediante su proyecto de trabajo de calle en 2022, contactaron por encontrarse en la calle o en una situación de vivienda insegura. Aunque no es fácil tener un registro que se aproxime a la realidad, puesto que la situación de las personas sin hogar, explica, no es estática: "Pueden recibir una pensión o sueldo y con ese dinero costearse una habitación y luego acabar, de nuevo, en la calle".

Minerva Saura, coordinadora de Inclusión en Cáritas, sobre la evolución de las personas sin hogar.

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La mendicidad no está penalizada en Castelló, pero hay excepciones

La Ordenanza Municipal de Convivencia Ciudadana de Castelló no es tan restrictiva como la de otros puntos de la Comunitat Valenciana, como Alicante, donde ésta es conocida como Ordenanza contra la "Mendicidad y Prostitución" o de la "vergüenza", debido a las multas por dormir en la calle, entre otras.

En el caso de la capital de la Plana, la ordenanza prohíbe aquellas conductas que "bajo la apariencia de mendicidad o mediante formas organizadas, representen actitudes coactivas o de asedio u obstaculicen de manera intencionada la libre circulación de la ciudadanía por los espacios públicos".

Hablamos, por ejemplo, de la limpieza de los parabrisas de los automóviles detenidos en los semáforos o en la vía pública, el ofrecimiento a los mismos de cualquier objeto o llamar la atención de una conductora o conductor para indicarle una zona de aparcamiento libre cobrando por ello.

Sobre las personas que pernoctan en la calle, la ordenanza simplemente dice que "los agentes de la autoridad o los servicios sociales informarán a todas las personas que ejerzan la mendicidad a qué lugares o centros pueden acudir para recibir el apoyo necesario".

 
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