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Libertad para el anestesista Maeso tras haber pasado más de 15 años en prisión por infectar con hepatitis C a 275 pacientes

El condenado a más de 1.900 años se inyectaba con la misma aguja parte de la anestesia que administraba a los pacientes

El anestesista Juan Maeso durante una sesión del juicio / JOSE JORDAN

València

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia ha concedido al anestesista Juan Maeso la libertad condicional tras haber pasado más de 15 años en prisión por la condena a 1.933 años que se le impuso en 2007 por infectar con hepatitis C a 275 pacientes entre 1988 y 1997.

Juan Maeso se encontraba cumpliendo la pena a la que fue condenado por contagiar a 275 pacientes con el virus de la hepatitis C en régimen de tercer grado, con autorización para pernoctar en su domicilio y con control telemático.El Tribunal entiende que concurren los requisitos legales para acceder a la libertad condicional, por lo que estima el recurso de apelación formulado por su defensa contra la resolución del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria que le denegaba ese acceso.

La Audiencia recuerda que la edad del penado, 81 años, el tiempo de condena que ya ha cumplido, casi 16 de los 20 años de prisión de cumplimiento máximo, y sus circunstancias vitales "parecen dificultar, si no impedir, que pueda reanudar la actividad profesional con ocasión de la que cometió los delitos por los que cumple condena". En definitiva, no se aprecia dato alguno "que permita cuestionar que el penado se encuentre en condiciones para su reinserción" y o que permita "sostener que no se encuentre en condiciones de vivir respetando la ley penal", concluye la Sala.

Según adelanta este miércoles El Español, la Audiencia admite un recurso contra un reciente auto en el que se le denegó la libertad y finalmente acuerda este régimen para Maeso, que ya disfrutaba del tercer grado desde hace un año, e incluso dormía en su domicilio.

Según la resolución judicial emitida por la Audiencia de Valencia el 15 de mayo de 2007, durante las intervenciones quirúrgicas, el procesado se inyectaba parte de las sustancias anestésicas que minutos después administraba a los pacientes, y lo hacía empleando la misma aguja, por lo que les contagió el virus.

El Tribunal entiende que concurren los requisitos legales para acceder a la libertad condicional, por lo que estima el recurso de apelación formulado por su defensa contra la resolución del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria que le denegaba ese acceso.

El Tribunal Supremo confirmó la sentencia en 2009, más de 20 años después de que se registraran los primeros contagios y tras un juicio que duró cerca de año y medio, en el que declararon más de 600 testigos

 
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