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OPINIÓN - LEVANTE UD

El metrónomo de Javi Calleja

El Levante UD es el líder indiscutible de las últimas 18 jornadas con 38 puntos, por los 35 del Eibar, los 33 de Las Palmas o los 31 del Alavés

Valencia

El 18 de octubre entró en la sala de prensa del Ciutat de València para ser presentado como nuevo entrenador del Levante y no tardó ni quince segundos en espetar “el objetivo está muy claro, tenemos que subir a Primera y no conseguirlo sería un fracaso. Mi reto es que seamos campeones de Segunda”. Ni pestañeó.

Desde ese día han pasado 18 jornadas y el metrónomo de Javi Calleja es el que está marcando los tiempos de la competición. La plantilla granota le ha metido una velocidad de crucero que muy pocos equipos estarán en disposición de aguantar con el paso de las semanas.

El efecto corrector con las dos primeras victorias conquistadas por Felipe Miñambres en el banquillo de Orriols y hasta la contratación de Calleja permitieron que la plantilla cambiara la dinámica perdedora y derrotista por una racha de 20 partidos invicto. Una auténtica burrada con el nivelazo de equipos que militan en la categoría.

En esta secuencia de encuentros que se han disputado, desde octubre hasta febrero, el Levante es el líder indiscutible con 38 puntos, por los 35 del Eibar, los 33 de Las Palmas o los 31 del Alavés. Ninguno de estos tres candidatos al ascenso por clasificación tuvo que prescindir de su entrenador, ni su director deportivo se expuso en un banquillo, ni firmó a otro técnico en la decimosegunda jornada.

Calleja ha conseguido que el Levante regrese a los puestos de ascenso directo y vuelva a depender de sí mismo para estar la próxima temporada en Primera. No era una empresa nada fácil, en un espacio tan corto de tiempo, sumar siete puntos más de los que ha logrado Las Palmas o seis más que el Alavés y estar discutiéndoles el liderato a falta de 13 jornadas del final de LaLiga Smartbank.

Además, sin refuerzos en el mercado de invierno pese a la falta de gol de Wesley Moraes o las continuas lesiones de Roberto Soldado, mientras sus más directos rivales como Las Palmas, Alavés, Granada y Eibar han firmado a Loren Morón, a Asier Villalibre, a Shon Weissman y a Juan Carlos Arana respectivamente.

Calleja en Navidad, solo pidió salud para los suyos y tampoco le sonrió la fortuna porqué perdió a Brugué en el instante de la explosión del extremo catalán, a Rober Ibáñez cuando empezaba a ser titular, a Campaña en el mejor momento de forma después de innumerables recaídas, ha tenido que aceptar sin levantar la voz una injusta e incomprensible sanción de cuatro partidos que el Comité de Competición le impuso a Vicente Iborra y para rematar la plaga de lesiones se queda sin Vezo durante dos meses.

Ni tan siquiera le he escuchado la más mínima excusa perdiendo a tres centrales titulares en una misma semana, apostando por Iborra como defensa ante el Lugo y con un rendimiento espectacular del de Moncada.

Si hablamos de lo táctico, ha sido capaz de encontrar el equilibrio perfecto entre Pepelu, Iborra y Pablo Martínez buscando su compatibilidad dentro de un trivote en la medular y sacando la mejor versión colectiva e individual de cada uno de ellos.

Ha logrado generar una competencia terrible en cada posición, sin que se generen reproches en el vestuario porque todos van a tener opciones de jugar si se lo ganan en cada entrenamiento.

La pomposidad y el énfasis periodístico sobre las veinte jornadas consecutivas sin perder, tapan un trabajo increíble del balón parado. El Levante es uno de los equipos al que menos le rematan en centros laterales y su capacidad defensiva es fantástica.

Y al mismo tiempo, es todo un espectáculo el catálogo inagotable de jugadas preparadas sobre la pizarra de Quique Álvarez y que por desgracia no encuentran un elevado porcentaje de efectividad en su ejecución, pero que ponen de manifiesto la capacidad de trabajo del cuerpo técnico en el análisis del rival y en la preparación de cada partido.

Calleja le ha dado una calma deportiva al club desde la más absoluta normalidad y que ha derivado en una estabilidad social inconcebible cuando las gradas de Orriols pedían la dimisión de Quico Catalán tras la derrota ante el Racing y que provocaron la destitución de Nafti.

El técnico madrileño no es consciente de lo que ha significado su llegada en un momento de máxima incertidumbre societaria, por las graves consecuencias que se podían desencadenar si el equipo no reconducía la temporada y en el intento de encontrar su viabilidad con el urgente y necesario ascenso a Primera. Ahora hay que rematarlo.

José Manuel Alemán

Redactor de Deportes en Radio Valencia

 
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