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Valencia CF

Yo soy Baraja

El discurso sincero, exigente y valencianista del Pipo en su presentación en sociedad supone la última gran esperanza a la que aferrarse en esta época oscura de Meriton

Valencia

He escuchado muchas veces en casa el relato del dolor que sintió mi padre cuando el Valencia consumó el descenso a Segunda en 1986 después de un empate con tufo a arreglo entre Cádiz y Betis. Cuando habla de aquella temporada negra, de aquel momento trágico, le cambia la cara, vuelve a experimentar el sufrimiento y la vergüenza de aquellos meses de pesadilla. Menos mal que solo fue una pesadilla.

Siempre cuento cómo me impactó la historia que me contaba Ricardo Arias escribiendo su biografía de la fiesta de celebración del ascenso en 1987. En la Plaza del Ayuntamiento, rodeado de aficionados eurfóricos, felices, él sentía que no había nada que festejar. Para Richard fue un sonrojo bajar a Segunda con su Valencia después de haberlo ganado casi todo antes. Cada uno tiene sus referentes de valencianismo. Los míos son mi padre y Ricardo Arias. No los cambiaría por nadie en el mundo. Por nadie.

Tengo mis referentes y mi forma de sentir el club. Por eso, si el Valencia termina bajando a Segunda División, no me perdonaría haberme callado cosas, no haber dicho en cada momento lo que considero que debo decir por miedo o por comodidad. En 2014, con el maldito proceso de venta, aprendí una lección. Uno debe seguir su camino. Dar información y opinión en base a su forma de ver la situación, independientemente de si siente que está en minoría o que forma parte de la mayoría. El tiempo nos ha dado la razón. Ojalá ahora pase lo mismo.

Miren, volví de Girona -más de cuatro horas en coche- dándole vueltas a todo lo que había visto en Montilivi. Un equipo muerto, asustado, acomplejado. Un entrenador entregado al segundo partido, confesando en sala de prensa que ya no podía hacer más. Un club superado, que unos días antes tenía como plan mantener a Voro hasta junio porque, según los que tomaron la decisión de ponerlo después de que les dimitiera Gattuso, era el que mejor conocía al vestuario. Al día siguiente escribí aquello de "solo falta la fecha del funeral" y preparé un programa tremendamente crítico y pesimista. Pretendía sacudir el árbol en el club y que se dieran cuenta del tremendo error que suponía mantener a Voro más allá de aquella rueda de prensa en Montilivi. Estaba convencido de que, si nadie hacía nada, si nadie se mojaba por cambiar la situación, si nadie tomaba decisiones de verdad, el Valencia se iba de cabeza a Segunda División.

Ese sentimiento, ese pensamiento fue cambiando ayer a medida que iba escuchando la rueda de prensa de presentación de Baraja. No es que ahora piense que el equipo va a mantener la categoría con holgura. Ni mucho menos. Sé que vamos a sufrir hasta el final y que van a venir noches duras, muy duras. Seguramente, las más duras que me ha tocado vivir como valencianista porque en 1986 tenía 5 años y, afortunadamente, no me enteré de aquel descenso. Pero si tuviera que resumir cómo me siento después de escuchar ayer al Pipo utilizando una palabra, emplearía el adjetivo 'esperanzado'.

A la vuelta de Montilivi no tenía ninguna esperanza y ahora sí la tengo. Es una sensación que me reconforta y me duele a la vez. Me reconforta porque, en el fondo, no sé romper con el Valencia. Y me duele porque, si el equipo baja, sé que me va a romper por dentro. Pero ya no lo puedo evitar. Pipo me ha devuelto las ganas de pelear. En el solar emocional y de referentes en el que Peter Lim ha convertido el Valencia, escuchar a Baraja, ver el brillo en sus ojos al hablar de Mestalla y su afición, sentir cómo se emociona recordando aquella época en la que el estadio hacía volar al equipo y viceverse, me reconcilia con la forma que tenía de sentir el club, mi club. Y me hace creer que, a pesar de las dificultades, hay posibilidades de evitar la pesadilla de un nuevo descenso.

La desidia y la incapacidad en la gestión deportiva de Peter Lim nos ha ido dejando sin referentes en el club de forma progresiva. Hemos perdido a líderes referenciales como Parejo, a ejecutivos estrella como Mateu Alemany, a entrenadores competitivos como Marcelino y a símbolos emocionales como Carlos Soler. Nos queda la valentía y el sentimiento de pertenencia de Gayà, quien sigue agarrado a la bandera en medió del vendaval.

Hasta ayer, no teníamos a nadie más ahí dentro. Quizá por eso encontramos rápidamente cobijo en el discurso apasionado y valencianista de Pipo. Porque, en el fondo, todos los que sentimos el club de verdad y con el corazón buscamos una razón para no romper del todo con el Valencia. Estamos hartos, dolidos, cansados. Pero... es el Valencia. Y es irracional. Sabemos que es irracional. Sabemos que vamos a sufrir más de lo que vamos a festejar. Pero... es el Valencia. Qué sería de los aficionados de verdad sin ese componente irracional, atávico, de piel. Nada sería lo mismo.

Me encantó el discurso de Baraja ayer. Reconozco que no le esperaba así. No era así como futbolista. No fue así hace unos días cuando le entrevistamos en Casa Patacona. Pipo destrozó líneas rojas que nunca antes había atravesado con su discurso público y nos enseñó su parte más emocional. Más valencianista. Eso es lo que pide la situación: corazón, sentimiento, identificación con el club. Con el club no es con Meriton, ojo. Es un matiz muy importante. Hay que saber diferenciarlos porque no son lo mismo. No tienen nada que ver. Sin el cumplimiento de esa primera condición, corazó e implicación con el club, no hay nada que hacer.

Además de recordarnos lo grande que es el Valencia -a pesar de los destrozos de Lim-, Baraja también estuvo muy acertado apretando. Exigiendo. Falta mucha exigencia ahí dentro. Sobre todo, en el día a día en Paterna. Algunos jugadores deben salir de la zona de confort y tomar conciencia de la responsabilidad que tienen y que, por juventud o por falta de compromiso, no están asumiendo. Corona no dijo ayer la verdad cuando presumió de la profesionalidad de la plantilla. Ha habido situaciones muy mejorables ahí dentro. Casos puntuales, aislados. Pero graves. Mucho más en estas circunstancias. Yo lo sé y él lo sabe. Cuando llegue el verano ya hablaremos. Situaciones que, estoy convencido, Baraja no consentirá. Y Marchena menos.

Y me gustó la parte en la que se refirió a la importancia de Mestalla. Aquí hemos llegado a un punto de toxicidad, como en 2014, en el que hay que hablar muy claro para evitar confusiones o dar argumentos para incordiar a los necios. LibertadVCF ha sido, es y -creo- será una bendición para el entorno del club. Un colectivo que ha agitado conciencias, que ha despertado a mucha gente dormida (de todas las edades), que ha hecho espabilar a ejecutivos/as de la SAD, que ha sacado al valencianismo a la calle. La imagen del estadio vacío en el partido contra el Celta dio la vuelta al mundo y, con los audios de Superdeporte, sirvió para derrocar al ejército de Pancho Villa que encabezaba el charlot de Anil Murthy.

¿Hay que seguir manifestándose? Por supuesto. La negliegencia de Lim en enero, la progresiva decadencia del club, el terrible escenario económico que reflejan las cuentas, la desatención de la parcela deportiva, su desprecio por la afición y la desidia con el Nuevo Mestalla hasta que apareció CVC obligan a exigir otra gestión para un club centenario que se desangra. Y esa necesidad de manifestarse no puede cambiar ni debe matizarse por el fichaje de Baraja. Sería un error mayúsculo.

Yo, lo siento en el alma, pero no veo lo de los 19 minutos fuera de Mestalla. Veo todo lo demás, he estado en manifestaciones con mi mujer y mis hijos. Pero no veo lo del estadio sin quince o veinte mil valencianistas en estas circunstancias. En estas circunstancias. Remarco lo de 'en estas circusntancias' porque no estamos en una situación normal. El Valencia está en zona de descenso y, si no cambiamos nada, va a bajar. Si seguía Voro, iba a bajar. Si no ayudamos entre todos, si no hacemos algo extraordinario en positivo, siento que va a bajar.

Habrá gente que dirá, "es que si lo de Baraja sale bien y el equipo no desciende, gana Lim. Habrá puesto a Baraja de escudo y le habrá salido bien. Habrá ganado". Miren, Peter Lim no puede ganar nada porque Peter Lim ya ha perdido. Ha perdido nuestro respeto y el de todo el mundo del fútbol. La afición del Valencia le ha retratado saliendo a la calle y vaciándole el campo después de darle muchas oportunidades de rectificar. Peter Lim ya ha perdido. Haga lo que haga. Es más, si el equipo consigue la permanencia, después de gritar "Valencia, Valencia", el primer cántico que debería pronunciar Mestalla es "Peter, vete ya", como una forma de castigo a este sufrimiento que cargamos en la mochila y que nos va a acompañar los próximos meses. Una forma de reivindicar lo importante, una vez solucionado lo urgente, que es la permanencia del club en Primera.

Sé lo que piensan muchos aficionados al respecto de opiniones como esta. Sé que no es populista. Pero es mi opinión y siento que tengo la responsabilidad de darla. Por mi padre, por Ricardo Arias y por ustedes, que cada día están al otro lado de la radio para escucharme, en parte, porque soy tan valencianista como ustedes. Sé que lo que digo no llegará a algunos aficionados del club. Les entiendo, no les criticaré. No han llegado al punto en el que están por voluntad propia. Ahí les ha llevado la ruina de Peter Lim. Se toman esto como una guerra para recuperar su club. Una guerra irracional... porque nadie nos garantiza qué pasará después de Lim. Pero entiendo completamente su punto de vista. Solo lanzo una reflexión a esos que se toman esto como una guerra: en 2014 también hubo muchos que fueron a la guerra y miren cómo acabó todo. Nos sacamos los ojos, los dientes... y nos quedamos sin el Valencia.

No busco conflicto. Ni guerra. Ni ofender a nadie. Sé que los valencianistas de verdad, hasta los que me insultan simplemente por pensar diferente a ellos, quieren lo mejor para el club. Como yo. Este texto no busca división, no es mi estilo. Solo pretendo quedarme tranquilo con mi conciencia. Y no fallarle a mi padre ni a Ricardo Arias. En este momento, por las circunstancias que nos toca vivir, por mi forma de entender el club, creo que toca esto. Siento como siente Baraja. Como dijo ayer, ahora no es momento de tu contrato ni mi contrato. No es momento de tu guerra ni mi guerra. Es el momento de ayudar al Valencia. En eso, yo soy Baraja. Espero no equivocarme.

Fran Guaita

Fran Guaita

Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia

 
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