El molino de Sant Miquel, d'Albors o de Montañana
En 'la València Olvidada', Pepa Pascual nos cuenta la historia de este molino en el que se escondieron cuatro sacerdotes durante la Guerra Civil
La València Olvidada: Pepa Pascual nos cuenta la historia del Molíno de Sant Miquel, d'Albors o de Montañana
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València
Nos trasladamos al norte de la ciudad, al barrio de Orriols, donde entre la actual calle de Santiago Rusiñol y la Ronda Norte queda un conjunto de edificios (tres alquerías y un molino) que tienen su origen en la época medieval.
El molino ocupa el número 2 de la calle, y actualmente es sede de la Universidad Popular del barrio, pero en su interior conserva importantes restos de su pasado. El origen se remonta a finales del siglo XIII, aunque la mayoría del edificio que ahora vemos corresponde a una reforma del siglo XVIII, tal como indica la fecha pintada en la fachada de 1761.
Este molino tuvo varios nombres a través de su historia y la primera referencia escrita en la que aparece es un censo de la población del Reino de Valencia del año 1510 que lo identifica como molino de Montañana, que sería seguramente el nombre de la familia propietaria del edificio en los siglos XIVy XV.
A manos del monasterio de San Miguel de los Reyes
En el siglo XVI fue comprado por el monasterio de San Miguel de los Reyes, que lo tuvo en posesión hasta la desamortización de los bienes eclesiásticos por el Estado en la década de 1840. Durante todos estos siglos el molino estaba arrendado a molineros que tenían que pagar al monasterio un canon por su explotación, hasta que en el siglo XIX pasó a manos de molineros profesionales privados. Estuvo en uso hasta la segunda mitad del siglo XX y se dedicaba tanto a la moltura de la harina como al tratamiento del arroz.
El casal del molino está situado sobre el llamado 'brazo de Sant Miquel' de la acequia de Rascanya y tenía tres canales de entrada de agua en rampa que servían para mover las tres muelas que tenía el molino y que fueron recuperadas fragmentadas durante la excavación arqueológica. Se han restaurado y se han se colocaron en su lugar original, junto a las cajas que servían para recoger la harina.
Sacerdotes escondidos
Pero además de estos y otros importantes restos arqueológicos recuperados y puestos en valor para que se puedan visitar, el molino fue escenario también de una “historia de vida” importante, ya que en uno de los canales de entrada de agua al molino del siglo XIV, durante la Guerra Civil, estuvieron escondidos cuatro sacerdotes salesianos por miedo a represalias.
Aquí convivieron con la familia Albors, últimos propietarios del molino, durante un tiempo, y cuando eran avisados de que se iba a producir algún registro corrían a esconderse en el canal subterráneo, cuya entrada se tapaba con una losa de piedra. Durante la excavación se encontró en este canal una precaria instalación eléctrica y algunos utensilios que debieron usar cuando estaban ahí escondidos.
En la excavación también encontramos, en un agujero hecho en un muro del molino, escondida, una bolsita de tela que contenía varios objetos, posiblemente pertenecientes a estos sacerdotes y que ya no pudieron recuperar, quedando ahí ocultos hasta el año 2006.
El contenido era una flor de Jericó, una cajita metálica de la farmacia Boix que contenía varias medallas de la Virgen de los Desamparados, un pequeño altar de tela con la imagen de la Virgen del Pilar y un grabado de la Virgen de Nuria.
El molino de Albors es uno de los más antiguos que conservan intactos todos los elementos relacionados con la moltura de la harina y que bien merece ser conocido y valorado tanto por su arquitectura como por su historia.
TEXTO: PEPA PASCUAL