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El desastre de Quico

La toma de decisiones negligentes del presidente granota desde mayo de 2019 tiene al Levante en la peor situación económica, social y deportiva de la historia reciente

09/10/22 PARTIDO SEGUNDA DIVISION LEVANTE UD - RACING DE SANTANDER SEGUIDORES PAÑOLADA PITADA

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València

El Levante se plantará hoy en Miranda de Ebro peligrosamente cerca de la zona de descenso a Primera RFEF. Con el técnico del filial (milita en Tercera RFEF) en el banquillo y el director deportivo poniéndose de entrenador después de cesar a Mehdi Nafti, su primera gran decisión, al que ha habido que despedir después de nueve partidos en los que el equipo no ha jugado a nada. Lo lógico sería que Quico, el Quico de siempre, le hubiera apretado las tuercas al gran y único responsable del desaguisado. Felipe Miñambres llegó en febrero, tuvo tiempo de anticiparse en el mercado de entrenadores con experiencia en ascensos y trajo a un señor que no ha sido capaz de jugar a nada en dos meses. El premio para Felipe ha sido consentirle que se ponga él, aunque sea un partido o dos, en lugar de exigirle que tuviera un recambio de garantías a su tropelía con Nafti.

Felipe se anunció a sí mismo el lunes como entrenador interino. Pero ayer por la tarde no compareció en sala de prensa. El motivo oficial que esgrime el club tiene que ver con la licencia como técnico que todavía estaba tramitándose en la RFEF y que debe enviarse a LaLiga para que Miñambres se siente en el banquillo de Anduva. Burocracia. Para Felipe no será un problema. Lleva entrando al vestuario desde antes incluso de ser presentado como director deportivo en partido de la temporada pasada en Orriols contra el Betis. El que pone, de momento, la licencia es Chema Sanz. Bajó la temporada pasada con el filial a Tercera RFEF -el equipo ya estaba desahuciado cuando le firmaron- y esta campaña es séptimo con 8 puntos. Ni siquiera ocupa posiciones de jugar la fase de ascenso. Además de poner la licencia, ayer puso el pecho en la rueda de prensa previa al partido contra el Mirandés. A Felipe le ha venido muy bien lo de la licencia para no tener que dar explicaciones como director deportivo. Una de las frases de Sanz ayer fue esta: "Tenemos la ventaja de que el rival no sabrá qué vamos a hacer". Es verdad, el rival no lo sabrá. El problema es que lo mismo que le pasa al entrenador del Mirandés nos ocurre a todos los demás. Tampoco sabemos lo que están haciendo.

El Levante no ha llegado hasta aquí por accidente. El deterioro progresivo del proyecto, la decadencia a nivel deportivo, social y económico de un club que lo tenía todo para crecer y establecerse para siempre en Primera es la consecuencia de una toma de decisiones negligentes de su presidente a lo largo de los últimos tres años. Un proceso de caída libre que Quico no ha sabido parar. Pero no solo Quico. Tampoco las personas que le rodean en el consejo de administración y en la Fundación del club, que el presidente maneja a su antojo. Nadie se ha atrevido a plantarle cara de verdad y a decir públicamente lo que estaba ocurriendo. Se han producido salidas, las más significativas las de los consejeros Víctor Martínez Galán y Javier Martínez Alemán y la de Javier Vich, director de organización y gestión granota los últimos doce años. Todos ellos han abandonado el Levante sotto voce y sin escándalos. El presidente y su aparato de (in)comunicación funcionan de forma clientelar y detestan -y hacen pagar- las críticas. Por eso la oposición en el entorno granota no tiene casi nadie que le escriba. Pero la verdad está ahí para quien quiera preguntar. Todos ellos han tenido el mismo motivo para irse: sus discrepancias con Quico Catalán.

El principio del fin del proyecto hay que buscarlo en la segunda vuelta de la temporada 18/19. El Levante tiene una dirección deportiva en la que Tito y Luis Helguera ya no pueden ni quieren convivir. El segundo incluso envía una carta al presidente el mes de febrero en la que comunica que no puede seguir trabajando con el primero. Esa es una dirección deportiva con problemas internos evidentes, pero profesionalizada y que cumple objetivos. El equipo salva holgadamente la categoría con 44 puntos y ocupa la decimoquinta posición a final de campaña. A pesar de ello, el presidente se carga a Tito y Luis. Se los carga, pero les permite hacer fichajes en esa segunda vuelta, es el caso de Miramón, Clerc o Sergio León. La destitución efectiva de la dirección deportiva se produce el 21 de mayo. En lugar de firmar un director deportivo en febrero/marzo para que planificara el siguiente año, Quico espera al 13 de junio para nombrar una secretaría técnica formada de nuevo por dos integrantes: Manolo Salvador y David Navarro. Cuando llegan, casi toda la plantilla está hecha (Quico y Paco López firman a Melero en el periodo de casi un mes en el que no hay dirección deportiva) y el margen económico para fichar nuevos jugadores, fundido. Manolo y David no son el plan A. Son un injerto. La primera de las muchas improvisaciones que llegarán en los siguientes años. El plan A es (era) Miguel Ángel Gómez, que no se decidió a abandonar Valladolid a pesar de la insistencia y la oferta del Levante.

Como Gómez no se sube al barco, Quico utiliza el comodín de la llamada y recurre a Manolo y David. Otra vez dos personas en el mismo departamento y al mismo nivel. El presidente no aprendió nada de los errores cometidos con Tito y Luis, cuyas discrepancias internas acabaron por hacerles perder el cargo. Ese verano se produce una situación surrealista: la Cadena SER solicita una entrevista con Manolo Salvador y el club nos indica que tenemos que entrevistar a los dos a la vez. Que no podía hablar uno solo. Tenían que ser los dos. David y Manolo. Manolo y David. Evidentemente, no hicimos la entrevista.

Después de una temporada 19/20 tranquila, en la que el Levante acaba duodécimo con 49 puntos y tumba en Orriols a Madrid y Barça, llegan los problemas. Al año siguiente, se produce un deterioro progresivo de la relación entre Paco López y la dirección deportiva que alcanza su punto de ruptura la noche anterior a la disputa de los cuartos de final de Copa del Rey contra el Villarreal. Manolo y David afean al entrenador el once que prueba en Orriols. Paco siente que merece mucha más confianza (desde luego, se la había ganado) y rompe emocionalmente con los dos. Quico lo sabe desde esa misma noche. El entrenador se lo dice muy claro antes de irse del estadio. En esa segunda vuelta, tras la eliminación copera contra el Athletic, al equipo se le para el reloj y todo se pudre. Paco, por ejemplo, se queja del estado del césped en Buñol, de la falta de inversión en fichajes… se siente exigido a conseguir algo más que la permanencia pero todo el presupuesto deportivo se ha ido en jugadores que no rinden (Vukcevic) o en renoventas como la de Campaña que ha acabado siendo más reno que venta. Al presidente no le gusta que Paco airee esas diferencias. Nada.

Pero, como tiene contrato, Paco López empieza la temporada 21/22. Es lo cómodo. Para todas las partes. Ese es un -otro- error que la institución acabará pagando más pronto que tarde. Aunque el presidente sabe que hay una brecha irreparable con la dirección deportiva, lo consiente. El mister viene de un final de campaña anterior en el que el equipo no consigue ganar en las últimas ocho jornadas. Esa mochila cargada de piedras pesa emocionalmente en el ánimo de la plantilla y en el entorno, que descarga sus críticas sobre el cuerpo técnico después de una derrota en Palma de Mallorca el 2 de octubre de 2021 en la octava jornada. Ese será el último partido de Paco López como entrenador del Levante. Consultados por el presidente, Manolo y David, que apenas hablan ya con Paco en esos primeros ocho partidos, le sirven a Quico la cabeza del de Silla en bandeja de plata. Recomiendan un cese que Catalán ejecuta al día siguiente.

Los verdugos de Paco tienen claro el relevo. No es Quique Sánchez Flores, libre en ese momento. No es Mendilíbar, a quien el club granota sondea durante el proceso de deliberación interno de la secretaría técnica. Tampoco es Sergio González, con cuajo en situaciones delicadas. El recambio que proponen Manolo y David para suplir al que probablemente haya sido el mejor entrenador en la historia del club es… un completo desconocido. Se llama Javier Pereira y su experiencia en Primera es cero. Ni un solo partido. Además, es el técnico del Henan Jianye de la Superliga China. Por lo que su viaje a València se retrasa diez días. A su llegada al Aeropuerto de Manises no acude el presidente ni su jefe de comunicación. No es un buen síntoma.

¿Cómo es posible que Quico tragara con la elección de Javi Pereira sabiendo que, si salía mal -había muchas posibilidades de que así fuera, esa es la verdad-, iba a tener que despedir también a la dirección deportiva? En la Cadena SER nos hicimos y nos seguimos haciendo esa pregunta. No se entiende que Quico y su consejo no hicieran que Manolo y David reconsideraran su estrambótica idea. Fue una completa negligencia. De las peores que han cometido ahí dentro en estos tres años horripilantes. Pereira duró siete partidos. Siete. Cuatro derrotas y tres empates. No le ganó a nadie. Los jugadores dudaron de él desde el primer entrenamiento. No entendieron qué quería hacer. Tampoco ayudó mucho que empezara las sesiones de trabajo dirigiéndose a los futbolistas en inglés siendo natural de Badajoz. El 30 de noviembre de 2021, a las puertas de uno de los mercados de invierno más importantes en la historia reciente de Orriols, el Levante despedía a su entrenador y a su dirección deportiva.

No había plan B. Ni para el banquillo ni para los despachos. Más improvisaciones. Y, como consecuencia, más errores. El club afrontó el mercado de enero sin director deportivo. Felipe llegó en febrero, ya sin opciones de hacer fichaje alguno para sacar al Levante del pozo. Quico puso de entrenador al técnico del filial, Alessio Lisci, a quien también le costó ganar. Solo consiguió el triunfo en uno de sus primeros ocho partidos. En la jornada 24, después de una derrota en casa contra el Betis (2-4), el equipo era colista con 14 puntos de 72 posibles. A diez puntos de la salvación. Solo había ganado dos partidos en seis meses. Precisamente en ese encuentro contra el Betis, se produce una situación que iba a repetirse en las siguientes semanas. Felipe baja al vestuario en el descanso a dar indicaciones a Lisci y a los jugadores, que rápidamente se sorprendieron por esta conducta del director deportivo. Ese fue el principio el fin en la relación Paco-Manolo/David. Que la dirección deportiva se inmiscuyera en la parcela del mister. Pero Quico siguió sin hacer nada. Felipe incluso sacó pecho por ello en una entrevista en SER Deportivos el pasado 9 de marzo. “Tenía que haberlo hecho antes”, nos dijo. Tenia que haberlo hecho… pero no lo hizo. Y si llega a hacerlo, por ejemplo, con Coudet no hubiera durando tanto tiempo en Vigo.

Fueron tantos los errores deportivos desde el verano de 2021 que el Levante acabó perdiendo la categoría tras una dura derrota en el Santiago Bernabéu el 12 de mayo. Jornada 36 de Liga. El club se pegó un tiro en el pie. No tenía, ni de lejos, la peor plantilla. Ni uno de los peores presupuestos de la Liga Santander. Haciendo bien las cosas, lo normal hubiera sido otra permanencia con amplio colchón de puntos respecto a la zona baja. Pero el presidente y su consejo de genuflexión no pudieron hacerlo peor. Desde el minuto 0.

Felipe Miñambres, que llegó al Ciutat de València el 12 de febrero, tuvo todo el tiempo del mundo para elegir un entrenador que, a priori, ofreciera todas las garantías de ascenso. Tres meses en los que atar a un técnico con experiencia en coyunturas como la que nos ocupa. Un Luis García Plaza, un Álvaro Cervera, un Vicente Moreno… elijan el que más les guste. El que más le gustó a Felipe no fue ninguno de los tres. Fue Mehdi Nafti, que antes había dirigido en Segunda a Lugo y Leganés. Ha durado nueve partidos. Dos más que Javi Pereira y uno más que Paco López. Otro proyecto por el aire a las primeras de cambio. El director deportivo se pone de entrenador provisionalmente. Pero no es seguro que pueda sentarse en el banquillo porque no tiene licencia. Si Felipe se dedica a entrenar, ¿cuándo ficha al siguiente mister? ¿Entrenador por las tardes y director deportivo por las mañanas? Cada voltereta da más sensación de improvisación que la anterior. Porque lo normal hubiera sido que Quico exigiera a Felipe un recambio en el momento en que Miñambres le propone ponerse él.

En tanta decisión de apostar por perfiles bajos para el banquillo subyace un temor nuestro a la situación económica que pueda estar viviendo el Levante. Escribo “pueda estar viviendo” porque tenemos que esperar a las cuentas anuales para saber la fotografía real de los balances. De nuevo el funcionamiento clientelar. Como llevamos tres años contando todo esto, nadie en el club nos explica los estados financieros y hay que esperar a la auditoría previa a la junta general. Tampoco hay que ser Freidman ni Samuelson para imaginarse que el club anda en serios aprietos económicos. Y por eso, entre otras razones, no ha tenido músculo financiero para convencer con dinero a un top para el banquillo. Ayer Alemán les contaba que la primera propuesta a Calleja ha sido rechazada, entre otras cuestiones, porque económicamente es muy baja.

Llevo más de 2.000 palabras y, como leerán, no he entrado en cuestiones que no sean deportivas. Pero podría. Por ejemplo, en lo económico. El crédito de 60 millones (pedido a corre prisa porque se cayó la primera operación), la segunda fase -que es la que da dinero- de las obras de Orriols, el naming para el estadio que no ha llegado, la Ciudad Deportiva… Aquí, como el pasado viernes nos decían aficionados que llevan décadas acompañando al Levante como Salva Liñana, Carlos Félix, José Mocholí o Lluïs Royo, nadie explica nada. La institución se ha vuelto hermética, lejana a su gente, als valencians. Quico ha fiado la suerte societaria a corto plazo a un buen año de Campaña (que sigue lesionado y sin fecha de regreso) y Jorge De Frutos. Pero, incluso vendiendo jugadores, el Levante es deficitario y está quebrado. El presidente, ya en dos ejercicios consecutivos, ha incumplido el compromiso de ventas para no seguir dando pérdidas. No han venido los 8 millones por Vezo. Tampoco ese gran ofertón por Aitor, al que ha habido que acabar regalando. Y qué me dicen de Campaña y su video en plan teletienda en los medios oficiales del club ofreciéndose otra vez a un Sevilla que nunca le ha querido de verdad. Cuesta creer la SAD sea viable en el caso no deseable de seguir en Segunda la próxima temporada.

El Levante necesita un cambio radical. Un giro absoluto hacia la profesionalización en todos los ámbitos. Una SAD con un presupuesto de muchos millones de euros no puede conducirse bajo un patrón de amiguismo y colegueo. Son ya muchos años con las mismas caras y los mismos apellidos. Calero, Lucas, Ruiz. Hay que abrir las ventanas. Pero de verdad. Tampoco serviría de nada que, depuesto Quico, se fabrique un heredero desde dentro para que los de siempre no pierdan status quo. Y, si no queda otra, perder el miedo a una venta de las acciones de la Fundación. Haciendo, claro, que el dinero de la compra revierta en la SAD y no en sus gestores. El proceso de venta en el vecino enseñó varias lecciones de lo que no hay que hacer.

Tampoco les he hablado del jefe de los servicios médicos. Todos han coincidido en que había que cambiar al que hay. Todos. Directores deportivos, entrenadores, ayudantes, fisioterapeutas, jugadores… todos menos el presidente. Y lo del médico es aplicable a otros departamentos en el Ciutat de València. Todo lo que no sea un cambio real, un cambio profundo, tiene condenado a muerte al Levante. Porque estar en Segunda, por mucho que Quico dijera que algún día nos reiremos de todo esto, es la muerte. Los aficionados del Levante, esos aficionados que sienten de verdad el club y que están siempre, no solo cuando el equipo está en Primera, merecen una SAD mucho mejor. Mucho. Este Levante no tiene ninguna gracia.

Fran Guaita

Fran Guaita

Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia

 
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