El ocaso de la era Quico Catalán
El presidente del Levante UD se ha quedado sin red de protección y la apuesta de Miñambres como entrenador interino le podría costar el cargo antes de que expire su mandato en diciembre de 2023
Valencia
El Levante UD ha entrado en un proceso autodestructivo, de pura decadencia y sin calibrar las gravísimas consecuencias que se pueden derivar de las caóticas decisiones que su presidente lleva tomando desde hace varias temporadas.
La última ha sido permitir que el director deportivo se ponga el chándal para dirigir al equipo en Anduva y frente al Leganés, sin reparar que Felipe Miñambres ha fracasado estrepitosamente en la elección de Nafti como entrenador. Esa era la tarea más importante que el Consejo le había encomendado.
Y ahora, es el mismo órgano de administración presidido por Quico Catalán quién le brinda la oportunidad de plasmar sobre el césped las charlas motivacionales y las sugerencias tácticas, cumpliendo con un deseo interno que anhela desde que dirigió durante 18 jornadas al Rayo Vallecano en 2010, coincidiendo con el ascenso del Levante de Luis García Plaza, que es el técnico que por decreto tendría que haber contratado Miñambres para regresar a Primera. Es el mundo al revés.
Ojalá este último movimiento de funambulista le salga bien a Quico Catalán, porque lo que está en juego en estos dos próximos partidos no es el quinto cambio de entrenador o el despido de una segunda dirección deportiva en el plazo de un año, sino el escaso crédito que le pueda quedar como presidente.
El domingo ante el Racing de Santander las gradas del Ciutat de València mostraron de forma masiva su indignación por la paupérrima imagen del equipo y por la gestión de Catalán durante los últimos años.
Si los resultados no acompañan ante el Mirandés y el Leganés, el presidente se ha quedado sin red de protección y esta última pirueta le podría costar el cargo, si el estadio le exigiera de forma unánime la dimisión inmediata antes de que expire su mandato en diciembre de 2023 y se pueda preparar una salida lo menos traumática posible.
El Levante no está para ser el juguete, ni el capricho de nadie en un momento muy delicado a nivel deportivo, con graves efectos y secuelas incalculables en el aspecto económico si no se logra el ascenso a Primera y con un panorama dantesco en lo societario porque este Patronato de la Fundación no está preparado para asumir ninguna responsabilidad. No lo fastidien.
Sean tremendamente cuidadosos con un bien heredado y que contiene las aventuras y desventuras de miles de levantinistas durante 113 años de historia. Aplíquense su propio lema, un pasado para honrar, un futuro por conquistar.
José Manuel Alemán
Redactor de Deportes en Radio Valencia